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Circula estos días por las redes un vídeo de Cayetana Álvarez de Toledo, atizando el fuego en la recurrente discusión sobre quién ha llegado más lejos en cuanto a esas amistades peligrosas que mantienen los dos partidos principales de nuestro país (PP y PSOE) con las formaciones más radicales del espectro político, en su interés por alcanzar o conservar el poder ya sea en la administración central o en las distintas autonomías o ayuntamientos.

Según Cayetana, y como ya imaginarán ustedes, no hay discusión posible. Ha ido muchísimo más lejos el PSOE, que ha sido capaz de tragarse el sapo de aliarse ya no sólo con los independentistas de ultraderecha liderados por un prófugo de la justicia sino también con quienes desde posiciones radicales de izquierda, llegaron a celebrar el asesinato de políticos, policías o guardias civiles o a señalar objetivos terroristas desde la editorial de algún periódico, algo de lo que todavía no han pedido perdón o no parecen demasiado arrepentidos. Lo cierto es que a pesar del nefasto ideario de VOX, habituales socios del PP, Álvarez de Toledo, que tiene toda la razón al respecto, en apenas tres minutos de intervención con una dialéctica apabullante y poco común en nuestra clase política actual, sin necesidad de gritar ni hacer muchos aspavientos, asesta una de las puñaladas más certeras a la actual cúpula del PSOE, que efectivamente, queda desarmado a la hora de referirse a la poca ética democrática del PP acusándole de negociar con VOX, teniendo en cuenta las pretéritas hazañas de algunos socios de su gobierno como, por ejemplo, ciertos dirigentes de EH Bildu.

Ideologías aparte, lo que resulta sorprendente en el actual PP es que teniendo dentro de su partido gente tan preparada, culta, persuasiva y sobresaliente dialécticamente como Cayetana, sin embargo, presente como los principales valores de su partido a políticos incapaces de desarrollar un discurso mínimamente coherente, inteligente, instruido, empático, convincente, poderoso.

Destituida por un despistado Casado, al considerar que Cayetana Álvarez de Toledo menoscababa su autoridad, unos minutos antes de que a él se lo merendase su exprotegida Ayuso y actualmente recuperada como portavoz adjunta del Grupo Popular en el Congreso, resulta increíble comparar la preparación de Cayetana, por ponerles un ejemplo, con las pobres, vulgare s, sensacionalistas y a menudo ridículas argumentaciones que al dictado de Miguel Ángel Rodríguez nos regala habitualmente la actual presidenta de la Comunidad de Madrid, tan poderosa ella.

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