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Después de haber cortado en nuestra comunidad todos los hilos de diálogo social desmantelando el SERLA, el consejero de Industria, Comercio y Empleo de la junta, señor Veganzones, tal vez advirtiendo que su colega García-Gallardo lleva algún tiempo callado y sin montar alguna de esas algarabías que tanto nos avergüenzan pero de las que en Vox parecen sacar su rédito y sentirse tan orgullosos, se despachaba estos días con unas declaraciones en las que tildaba de sanguijuelas, vagos y comegambas a los representantes de los trabajadores.
Recordemos que bajo la esfera de poder de este sujeto tan versado en lanzar todo tipo de ordinarieces y groserías contenidas en la zona menos noble de los diccionarios, se han visto forzados a dimitir hasta 16 altos cargos esgrimiendo la incompatibilidad de trabajar bajo las directrices de alguien mucho más empeñado para destruir puentes que por facilitar el entendimiento entre trabajadores y empresarios. Todo un récord.
Se nos fue el impresentable Rubiales de la RFEF, descabalgado del puesto por esa enérgica y maravillosa ola feminista del «Se acabó», pero contemplando los modos y maneras de relacionarse con el mundo de gente como Veganzones, sabemos que aún continúan crecidos y empoderados en sus cargos, sabiéndose intocables, ciertos personajes que ni encajan en una sociedad mínimamente civilizada y moderna ni se sabe muy bien cómo han podido acceder sin que saltaran los correspondientes filtros y alarmas. Puede que a Veganzones no le veamos nunca celebrar con un pico no consentido cualquiera de los logros que puedan conseguir los subordinados y subordinadas que trabajan con él, pero desde luego ya nos ha dejado claro que comparte con Rubiales el mismo modus operandi: la mala educación, la grosería, el insulto, el chantaje, la descalificación.
Al hilo de este impresentable comportamiento del consejero, el pasado viernes el secretario de Política Institucional del PSOE de Salamanca, Fran Díaz, y la procuradora Rosa Rubio, anunciaban una proposición no de ley en las Cortes de Castilla y León para exigir la reprobación y el cese inmediato del mismo. Y también y esto es lo más llamativo por la candidez y la inocencia que demuestran, invocando al presidente Mañueco, y a su responsabilidad por mantenerlo en el cargo. ¿Pero en qué cabeza cabe -me pregunto- que se le pida a quien hemos visto hacer en las cortes un gesto tan obsceno como la peineta que cese a uno de sus consejeros por menospreciar con insultos a los representantes de los trabajadores?
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