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Una vez que el bulo ha conseguido colocarse en el mercado con la apariencia saludable que caracteriza a la más genuina y verídica noticia que cae sobre el personal acaparando todas las conversaciones, estaba clarísimo que más pronto que tarde comenzarían a aparecer bulos de izquierdas y bulos de derechas, para que estos dos márgenes de la población que dividen nuestras sociedades actuales tuvieran con qué atizarse a conciencia, lanzándose el ladrillo tramposo a la cabeza para descalabrar al contrario en otra de estas entretenidas guerras que tanto nos amenizan últimamente.
Por el momento quien parece que mejor tiene engrasada la maquinaria del lanzamiento de bulos es la derecha más radical, pero eso sí, reconozcamos también que seguida muy de cerca por la izquierda más intransigente. Ambos extremos nos bombardean a diario con su mercancía averiada, lanzándonos la basura del bulo al resto de los incautos y desprevenidos ciudadanos desde sus trincheras extremosas y drásticas. El asunto no tendría trascendencia, si no fuera porque puestos a desmentir esos pedazos de embustes con los que quieren hacernos comulgar con ruedas de molino, la gente más mesurada que los recibe, una vez analizados seriamente, se limitase a torearlos y a continuación a echarse unas risas sin darle más importancia que la que tienen, que viene a ser cero patatero.
El caso es que la gente moderada que aunque presume de comedida siempre tiende a orientarse con mejor disposición a un bando que a otro, ha comenzado a crear programas, aplicaciones, o cortafuegos normativos para desactivar el bulo, pero eso sí (y aquí viene el auténtico problema): la gente moderada de izquierdas solo está dispuesta a colocar fuera de juego al bulo creado desde la extrema derecha haciendo la vista gorda con el creado desde la extrema izquierda. Y viceversa, claro. A la gente moderada de derechas solo le estorba e indigna el bulo creado desde la extrema izquierda siendo muy comprensivo con el bulo florecido en su ala más radical.
O dicho de peor modo para entendernos: todo el mundo sabe que el bulo es una vulgar patraña, es decir, una cagarruta puesta en mitad de la acera para que la pisen los tontos y los ciegos que posteriormente esparcen el mal olor por todas partes. Son los servicios de limpieza que solo se ocupan de limpiar la mierda atendiendo al culo de quien la defecó los que están convirtiendo el mundo en un lugar tan absolutamente irrespirable.
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