Está contento Sánchez Bahamonde con el fútbol, tanto que nos lo cuenta en el mismísimo Congreso de los Diputados, sede la tontuna nacional. Somos los mejores, lo dicen él y el Fondo Monetario Internacional, que no sé qué cuentas se hace este organismo, pues la realidad nada tiene que ver ni con la teoría ni con la estadística, e insisto que las terrazas llenas de gente pimplándose a cerveza no son sinónimo de bonanza económica. Una cosa son las estupideces de Instagram y otra la cruda realidad, con una economía cogida con alfileres y una sociedad entretenida con Mbappé. Con más de 80.000 personas recibiendo a voz en grito a un jugador de fútbol, ¿quién va a estar preocupado por dar un golpe de Estado en directo, por corromper las instituciones o por permitir a su esposa los chanchullos en la misma presidencia del Gobierno y en nombre del presidente? Pero mientras, suma y sigue, jarabe «sanchista»: más «regeneración democrática» y más intentos de apropiarse de cualquier respiradero social, por ejemplo los escasos medios de comunicación que tratan de desenmascarar a quienes están tratando, ni más ni menos, de desmantelar el Estado, empezando por sus estructuras constitucionales. A ver si entre tanto oé, oé, oé, nos damos cuenta de que nos están robando nuestra convivencia y nuestro bienestar. Luego será tarde y Mbappé estará en su mansión de Saint Barth disfrutando de lo bien que le sienta la democracia de los estadios de fútbol.

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Sólo me consuela que estamos en la antesala de repetirse aquel momento histórico que representó la célebre frase de «váyase, señor González» de José María Aznar. Dicho y hecho, Felipe González se fue, las urnas lo sacaron a voto limpio de unos gobiernos que institucionalizaron la corrupción socialista y que ahora ve su momento tristemente cumbre con la anulación de las condenas de Chaves y Griñán por parte del Constitucional. Nunca robar fue tan barato y descarado y con todos aplaudiendo. Sinceramente, no sé qué hacen los jueces que no salen a quemar sus togas a las puertas de los juzgados, aunque admiro su templanza.

Y ayer Feijóo lo hizo: váyase, señor Sánchez, váyase a redactar su carta de dimisión. Y es la responsabilidad que tiene que cumplir el PP todos los santos días: recordarle a él y al Partido Sanchista su indignidad, sus atropellos y tropelías y enseñarle la puerta de salida. España lo necesita, y España, lo recuerdo en caso de duda, no es un partido de fútbol oé, oé.

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