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Empiezo a creer que todo lo malo del mundo es culpa de los rusos, y no me extrañaría que hubieran envenenado el aire con polvos de pica-pica radiactivos para volvernos majaras. Si se dan cuenta, Putin es el único que no aparece nunca en escena mientras el resto estamos metidos en una monumental tangana, ahora arancelaria, gracias a un Trump que en sólo dos meses lo ha puesto todo patas arriba. Creí que este hombre, aún siendo un bocazas, podría darle un giro a la corrompida, viciada y estúpida moral de Occidente, pero me equivoqué, me he estrellado contra el muro de la realidad «trumpista». Pero a fuer de ser sincero, de tan absurdo y delirante que resulta todo en Washington ahora mismo, sigo soñando con que Trump tenga un as en la manga y que su política de destrucción masiva guarde algún sentido más allá de haber convertido la Casa Blanca en un circo con escenografía de los «Village People». To be continued…
Pero dejemos a Trump en su mansión de Palm Beach que, a este paso, acabará asaltando un ejército de «homeless». Porque nuestros problemas nada tienen que ver con el ex amigo americano (gracias Wim Wenders), aunque nuestro talón de Aquiles, que ahora se ha hecho pedazos, fue caer en el paternalismo de los Estados Unidos con el que Europa siempre ha estado tan cómoda. Que inventen ellos, que paguen ellos, que nos defiendan ellos y que nos «americanicen» ellos. No movimos un dedo por ser nosotros mismos, durmiendo en los brazos de Morfeo, la Vieja Europa, el origen de todo, oh la la. Gutenberg y Colón, las catedrales y el champán, los «Porsche» y Heidi Klum. Ese mirarse el ombligo continental que tan bien resume nuestra frase local de «a aprender a Salamanca».
Han pasado ya dos días desde el anunciado ataque de Trump a la libertad y al libre comercio, ataque además a sus mejores socios y aliados, y lo único que hemos oído ha sido el desplome de las bolsas. Mientras Ursula von der Leyen aún está buscando una respuesta por las alcantarillas de Bruselas… Nadie mueve un dedo y así Trump actuará a su antojo. Aquí empiezan a hablar de ayuda y de la lluvia de los millones que no tienen… Es un buen momento para empezar a leer a Ayn Rand, a ver si se enteran.
La respuesta a Trump sólo puede ser una, que es una respuesta a nosotros mismos: empezar una carrera por la desregulación financiera, laboral, fiscal, burocrática, una desregulación que haga fluir la economía y la libertad del individuo. Y de paso que nos salve del yugo del socialismo «cool».
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