Seguimos en guerra

Seguimos en guerra. Contundente, provocador, llamativo, de los que me gustan, aunque ese titular no es mío, sino el del artículo de Andrés Trapiello publicado el 10 de marzo en «La Lectura», la revista cultural de «El Mundo», a propósito de la edición de tres nuevos libros sobre la Guerra Civil de Arturo Barea, Ignacio Martínez de Pisón y Álvaro Pombo. Un tema, el de la Guerra Civil, que el escritor leonés recuerda que estuvo cerrado y bien cerrado. «La guerra -escribía- parecía acabada». Y señalaba que la publicación en el año 2002 de «La revolución española vista por una republicana», de Clara Campoamor, «no mereció ni una sola reseña en los periódicos ni de historiadores ni de críticos literarios» … Después, propiciado sobre todo por Zapatero, la izquierda descubrió un filón para alterar la paz social, reabrir viejas y sanadas heridas -gracias al perdón mutuo de los bandos- y volver a las trincheras ya sepultadas por un país que logró llegar a la modernidad de manera ejemplar. ¿Qué pasó? Según Trapiello, pasó que «algunos entusiastas de quienes la perdieron creen poder estar a tiempo y en condiciones de ganarla» a base de recordar el pasado tanto «como en recordarlo mal o recordarlo a trozos, las partes que le convienen a cada cual». Y de ahí, que les voy a contar, las abyectas leyes de Memoria, primero histórica y después democrática, hasta acabar paseando en helicóptero los restos de Franco, personaje absolutamente superado por la sociedad española. Siempre cuento la anécdota que fui por primera vez al Valle de los Caídos no en un viaje con mis padres o con el colegio, sino gracias a Pedro Sánchez, quien hizo que quisiera comprobar con mis propios ojos que Franco, efectivamente, había muerto…. Y parece que sí… pero parece que no a juzgar de la importancia del franquismo en el discurso político actual.

Y los que no conocimos el franquismo, ni tenemos secuelas, traumas, resentimientos u odios -al contrario que hoy, no nos los metieron en vena-; los que entrábamos en el colegio «Francisco de Vitoria», entonces aún franquista, bajo una frase de Platón («ningún placer es comparable al del conocimiento de la verdad»), no tenemos nada que decir más allá de la Historia, que es sagrada y una, con sus brillos y con sus muertos. Y ahí acaba el debate: en la Historia. Como Historia es una frase que Pedro Sánchez al parecer nunca escuchó: «Españoles, Franco ha muerto».