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Me encanta que Ayuso se haya alineado, con la claridad y naturalidad que la caracterizan, con mi tesis -que es la de millones de españoles- de que a Pedro Sánchez, ni agua: cero diálogo, cero legitimación política y mucho menos democrática, cero posibilidad de acuerdo alguno con él o su banda de palmeros agradecidos y cooperadores necesarios en la destrucción emprendida, que es nuestra destrucción, conviene recordarlo una y otra vez en una España que vive en la inopia y en la auocomplacencia. Ya escampará…
La declaración del pasado lunes de Ayuso rechazando reunirse con Sánchez en La Moncloa, dentro de su ronda de entrevistas con los representantes autonómicos para blanquear sus fechorías, fue todo un acto de dignidad personal e institucional. Me siento totalmente representado en ese portazo a un presidente que nos llama a los que no somos de su cuerda «genocidas, locos, idos y corruptos». Los insultos a Ayuso y la cacería a la que la tiene sometida el «sanchismo» nos debería competer a todos los demócratas. Tolerancia cero con el Mal. Al PP, además, debería preocuparle porque les están machacando desde la extrema izquierda, desde el (nazi)onalismo y desde el terrorismo, mientras fray Feijóo y su núcleo duro (¿duro llaman a Gamarra, a Pons, a Semper, a Alicia García..?, jajajajajajajaja, me troncho) ponen la otra mejilla y tienden la mano. Rajoys en estado puro. O peor. Como los define Jiménez Losantos, son «el ministerio de la oposición». Y tan contentos, incluidos los que no hacen su trabajo y permiten salir a los etarras de la cárcel antes de tiempo. Se les tenía que caer la cara de vergüenza.
No voy a descubrir ahora que soy un «ayuser» militante, pero es evidente que lo que España ahora mismo necesita son mujeres así, como ella, como Cayetana, y en lo más alto, nada de ser parte del típico coro de vírgenes que rodea a Pablo Iglesias o a Pedro Sánchez, chachas de sus machos alfa.
El Partido Popular, una vez más, anda perdido, y todo por culpa de estar podrido por gente incapaz que pasaba por allí, sólo doctorada en aplaudir, aunque en esto nada difiere del PSOE, la enfermedad terminal de nuestra democracia: los parásitos. Por eso, me repito, necesitamos Ayusos, personas frescas, que sepan escuchar y conectar, que sepan rodearse de equipos capaces y que no tengan miedo, que no les tiemble la mano como a fray Feijóo, incapaz hasta de decir no a Sánchez.
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