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Olvídense del planeta Disney, de llevar a sus hijos a París, de buscar lejos un mundo lleno de sueños y fantasía. España es guay, es todo eso y más. Tan guay, tan guay, que un día te despiertas en tu palacio y le dices magnánimo a Begoña: «Oye, princesa, creoque voy a darle al pueblo 500 millones de euros para que aprenda a leer y a sumar». Bego asiente somnolienta y responde en inglés: «You are the man, Peter...»

Es alucinante semejante uso y abuso de la cartera pública, que para el común de los mortales es ya natural, lo normal. Aquí no llueven hombres, como en la canción de The Weather Girls, llueven euros. ¡Chas! y caen 500 millones, que la letra con «money» entra, una teoría de esta izquierda manirrota que, después de haberse cargado todo el sistema educativo español, incluido nuestro idioma común, pretende ahora copiar a Finlandia y ponernos a todos a leer y hasta si me apuran a comprender lo leído. ¡Al fin voy a poder acabar el «Ulises» de Joyce! Gracias, Peter.

Si creen que espolvoreando dinero van a mejorar la Educación en un plis plas, van listos, sobre todo cuando el método de enseñanza ha sido, literalmente, desguazado, empezando por el alumnado, enzarzado en la guerra de guerrillas del libre albedrío, y terminando en un profesorado extenuado por la impotencia y la desautorización continua. Es el modelo social lo que hay que cambiar, pues la Educación no es moldeable a capricho, ni con 500 ni con 5.000 millones.

Haría falta no invertir en comprensión lectora, sino en actitud, en principios, en responsabilidad, en esfuerzo y en enseñar tres palabras, tres: no es no. En el plan (¿plan de poner las cosas en su sitio?) habría además que incluir a los estirados padres de las criaturas, que son a la postre las verdaderas víctimas del videojuego de la vida en el que habitan. Como pueden imaginar, muy complicado.

Y no se trata, como dicen, de copiar el exitoso modelo de Castilla y León, pues el nuestro no es ningún modelo, es más bien una ventajosa cuestión social que se respira aún en el ambiente. La despoblación, una sociedad menos urbana y más familiar, en el sentido tradicional del término, hacen que los daños legislativos en la Educación se hayan aminorado.

Ser pobre tiene también sus ventajas, como posponer el embrutecimiento y ver la vida fluir entre sensaciones y sin miedo a afrontarla.

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lagacetadesalamanca Y de repente, sabes leer