Pues solo queda el PP

Llegados a este punto, y como ya se podía intuir -salvo para los «hooligans» que no quieren ver-, lo único que queda medio en pie en mitad de este secarral de país es el Partido Popular; lo único que representa un poco de normalidad en este manicomio llamado España y del que ahora se ha escapado Vox.

Tengo la virtud de vivir muy aferrado a la realidad, aunque empiezo a creer que lo que yo llamo realidad es un mundo de fantasía que sólo existe en mi cabeza, y que el sistema orwelliano que nos están imponiendo nos ha vencido. Pero de momento creo saber dónde estoy, donde están los buenos y los malos; se distinguir lo justo de lo injusto, la libertad de las cadenas, la inteligencia de la estupidez supina. Digamos que no me perdí ningún capítulo de «Barrio Sésamo» en su versión de buenos valores.

El retraso social sufrido por España -por Occidente en general- en los últimos 25 años, no alienta ni la educación, ni la debida reflexión ni la libre elección, de ahí que nuestro espectro político se haya reducido a la mínima expresión en cuanto a capacidades intelectuales y solvencia moral. Nuestros políticos han estirado tanto la cuerda de la decadencia y de la corrupción, que posiblemente estemos en nuestro peor momento desde la II Guerra Mundial, con muchísima gente que desconoce la Historia -analfabetos felices sin más- y que alardean de despreciar el futuro, abusando como locos del «carpe diem».

Y con esa mochila repleta de piedras del camino de nuestra (gran) civilización, hemos llegado hasta aquí, hasta el punto, en el caso español, de estar derrochando todos nuestros ahorros en democracia y bienestar; hasta el punto de ver convertida la arena política española en una inmensa tierra quemada por la avaricia del poder y la intransigencia. Y el último «cerillazo» le ha correspondido a Vox, a Abascal, que de poder haber sido una leal -y constructiva- fuerza complementaria de la derecha, ha pasado a ser un vulgar alborotador callejero. Te espero fuera, parecen gritar mientras Sánchez se frota las manos, ¡todos contra el PP!… Una delirante situación que ayer mismo me resumía por «whatsapp» un amigo desde un escondite llamado realidad: «la izquierda y Vox confunden el partido, el Estado y el Gobierno. Para ellos todo es lo mismo. El PP también, pero menos». Conclusión: sólo nos queda el PP. Encomendarnos al PP para afrontar la guerra de guerrillas en la que se ha convertido la política española y en la que no se sabe nunca quién es quién. Como diría Joe Biden, se llamaVladimir Abascal.