Ahora sí, con los Reyes Magos de regreso a Oriente ya estamos metidos de lleno en 2025. Pero no parece que estén en marcha grandes cambios en esta carrera cuesta abajo y sin frenos por ver quién dice la tontería más grande y quién tiene la cara más dura, eso sí, todo en nombre de la democracia, da igual se llamen Nicolás Maduro, Pedro Sánchez, Yolanda Díaz, la vaca de “Grand Prix” o Francisco Franco, tan de actualidad estos días y que más que Franco, es el mismísimo Cid Campeador, cabalgando después de muerto entre vítores de socialistas nostálgicos. Qué pena que, en lugar de tener de ídolo al Generalísimo, no se fijaran en sus consejos de ministros y así ponerse a trabajar de una santa vez y hacer algo útil y bueno por España.
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Aunque la esperanza es lo último que se pierde, todo apunta a que el proceso de deterioro institucional, y por tanto social, va a continuar, si la Justicia no lo remedia. Lo único que tenemos claro, porque así lo vivimos y lo sufrimos los españoles, es que el “sanchismo” nos ha tomado cautivos de su hambre enfermiza de poder, poder a cualquier precio, quemando todo a su paso. Si salvamos las distancias entre unos salvajes de su tiempo y un mundo presuntamente civilizado como el nuestro, Atila es un personaje de Disney al lado de estos tiranos que se han cargado el diccionario de la A a la Z: democracia, diálogo, consenso, cultura, paz, concordia, progreso, respeto, reflexión, solidaridad, confianza, feminismo, y, principalmente, libertad y justicia, dos palabras que le han encargado a sus socios de ETA que las vuelen por los aires. Parafraseando al sinvergüenza de Jordi Pujol, tanta libertad y tanta justicia, ¡qué coño es esto!
Nos enfrentamos a un 2025 temblando y con todos los problemones, como el título de aquella serie de televisión de los 80, creciendo. Pero España no es una familia feliz y moderna de Nueva York, sino la mazmorra a cargo de Sánchez, no lo olvidemos; vivimos en una mazmorra o, si lo prefieren, en un decorado al estilo de “El Show de Sánchez”, perdón, de Truman. El “sanchismo” nos ha llevado a ser ciudadanos de un sucedáneo de país, con un sucedáneo de Gobierno, donde todo ahora mismo está en el aire, un sucedáneo de aire, pues el ambiente es irrespirable mientras Sánchez nos arenga con su látigo: “españoles todos, la culpa es de los bulos”.
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