Secciones
Destacamos
Si hay algo peor que un golpista, es un paleto de la España profunda defendiendo -babeando más bien- a sus jefes para llevarse a casa la cómoda y pingüe nómina que no han sabido ganarse como hombres y mujeres de provecho. Sí, eso es la política en España: todo por la pasta. Pero todo, la dignidad incluida. Un mercado de paletos del que ahora Óscar Puente, cuota castellana y vocinglera del régimen sanchista, es el mejor ejemplo. Otro campeón de las puertas giratorias: te acuestas como alcalde caído de Valladolid y te levantas de ministro por tu habilidad para reír gracias, mantener la mentira con la cabeza bien alta y tragar con todo. El nuevo currículum del poder.
Parecía que después de Pablo Iglesias, después de Irene Montero, de Ione Belarra, de Alberto Garzón (¿qué puestazo de consolación le darán a este fenómeno?) y mil más que ni recuerdo por su insignificancia política y profesional, nada podía ser peor. Pues puede, y Óscar Puente es la viva prueba, con ese aire ante las cámaras de «mira, mamá, soy ministro, como Fraga Iribarne».
Pero lo que no soporto es que los pobres y humillados castellanos se pongan del lado de la destrucción de España, blanqueando terroristas con una jeta que asusta. Unos por acción, como Zapatero o su delfín Sánchez, y otros por comer caliente o presumir, o por todo junto, son capaces de arrasar con todo y con todos. En su guerra civil imaginaria no hay límites, incluido acabar con la democracia… Son destripaterrones a sueldo y los Óscar Puente han sido designados jornaleros para desbrozar los caminos de todo dolor, de todo crimen terrorista. Son machacas del mal, sicarios del caos, castellanos traidores que justifican a los del tiro en la nuca frente a todos los demás, los que somos ultrafachas. El tiro en la nunca, ¡qué bonito show!, solo era parte de una fiesta ibicenca en busca del consenso que, al parecer, es donde estamos según el DJ Puente, un David Guetta del lado oscuro del Pisuerga.
Que un maqueto o un charnego se arrodillen ante sus «nazionalistas» en busca de su trozo de corrupción aldeana y de odio a España, puede llegar a entenderse como parte que son de las maras vasca y catalana, pero que un castellano (español sin etiquetas ni traumas) lo haga en lugar de preocuparse por defender nuestra tierra, miserable y abandonada, no tiene nombre. Bueno, sí lo tiene: desalmados.
Publicidad
Publicidad
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para registrados.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para registrados
¿Ya eres registrado?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.