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Opinión

Dónde está John Wayne

Estamos en un mal momento, malísimo, el peor de la democracia, incluso peor que el 23F

Sábado, 1 de junio 2024, 05:30

A estas alturas de curso, a punto de cumplir (otra vez) 59 años, ya sólo creo en Dios y en Madonna. «Swifties» a un lado, el panorama no está para mucha brillantina y sí para desgarrar alguna canción «country», como la de Paula Cole, «¿A dónde se han ido todos los vaqueros?, en la que la cantante de Nueva Inglaterra preguntaba y preguntaba con resignación «dónde está mi John Wayne». Y así estamos en España, buscando desesperadamente a un John Wayne (o a una Jane Wayne, no se me vayan a enfadar) que nos saque de este zulo bajo el sol, que nos libre de esta pesadilla y de esta dictadura que fue certificada el jueves en el Congreso y sobre la que Jiménez Losantos va a tener razón: esto es una maldición de Franco, de «Francokamon».

Pasado el trago de la vergonzosa, horrenda y humillante aprobación de la ley de amnistía (con minúsculas), un golpe de Estado en toda regla, y con Sánchez meándose de risa ante el espejo, espejito-espejito, llega el momento de tragarnos la bilis y ver cómo los demócratas de todo signo podemos echar a la calle a la asonada «sanchista». Y socialista. Y comunista. Y terrorista. Y racista. Y naZionalista.

Estamos en un mal momento, malísimo, el peor de la democracia, incluso peor que el 23F, porque este golpe «sanchista» del 30M lo han dado en nombre de la democracia y en nombre de todas esas palabritas que para la izquierda son sólo mercadotecnia barata: democracia, cultura, diálogo, convivencia y tralarí-tralará… palabritas de bazar chino que sólo pueden creerse los tontos o sus víctimas, gente que un día fue confiada y honesta con su ideología pero que a estas alturas de la película han devenido en miembros de la secta del reverendo Sánchez. Y todo en nombre de un odio que, de repente, ha estallado en España para contaminarnos de arriba a abajo. Sólo hay que fijarse en las caras de mucha gente enferma de odio y televisión, gente malmirada y ofuscada en la calle, el vecino que te cruzas en el garaje: llevan el grito de guerra tatuado en sus ojos. Andar hoy por el mundo es andar pisando huevos. Y todo por culpa del «sanchismo», que ha culminado con el golpe del jueves la gran maldad de un hombrecillo hueco llamado Zapatero. Y ni siquiera son catalanes o vascos, el gran degüello nacional lo protagonizan dos que pasaban por allí, uno de León y otro de Madrid. Me pregunto a dónde se han ido todos los «cowboys», dónde está mi John Wayne, mi Jane Wayne. Pero la gran pregunta del tema de Paula Cole, es ahora mismo la gran pregunta de la España libre: ¿dónde está mi final feliz?

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