El martes, a media tarde, la casualidad quiso que mientras los noticieros anunciaban el inicio del ataque de Irán a Israel, yo coincidiera en Salamanca, a cuatro mil kilómetros de Tel Aviv, con Joanne y Lauren, dos mujeres inglesas que recorrían España a lomos de sendas «Honda Rebel 500», y que esta tarde deberían estar tomando en Bilbao un ferry de regreso al Reino Unido.

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Visto así, el de Joanne y Lauren es un viaje más; una aventura más de alguien que libremente «mueve» su vida por esta vieja Europa que aún hoy, a trancas y barrancas, sigue siendo faro del mundo. Pero ya no es suficiente, los buenos recuerdos ya no sirven. Digamos que vivimos felices en la inconsciencia, ajenos a nuestro pasado, insensibles al futuro y completamente ignorantes sobre nuestra propia Historia y tan contentos. Tanto que hasta el genocidio nazi parece hoy una película oscura de antihéroes. No ocurrió. Hemos pasado de los negacionistas del Holocausto al antisemitismo abyecto de los «demócratas», alimentado por una izquierda pijotera que al menos se ha quitado la careta, dejando al aire su estructura soviética, que es lo mismo que decir nazi, pues unos y otros fueron, son la misma mierda.

Al tiempo que hablo con Joanne y Lauren, veo de reojo las noticias que caen sobre Israel, pues otra guerra abierta ya está aquí… para que ellas disfruten de «la libertad». Ellas y nosotros, aunque creamos que la libertad, la paz y la prosperidad venían de serie con nuestros certificados de nacimiento. Pues no, fue una hazaña que nuestros antepasados alcanzaron con mucha sangre, mucho sudor y océanos de lágrimas para nosotros, y que ahora empezamos a dilapidar entre el ruido y la insensatez. La libertad no es un elemento, es una conquista cotidiana, y no precisamente de las izquierdas o de las teocracias que sólo buscan la sumisión y las tinieblas, esas tinieblas por las que Joanne y Lauren no podrían transitar ni en sueños.

Lo de Israel no es una guerra de Israel -guerra que otros empezaron-, es la guerra de todos nosotros, que no nos confundan; es una guerra que nos afecta a todos, sí, aquí también, en esta Salamanca perdida en el mapa. La democracia y la libertad del individuo pasa por la firmeza de Tel Aviv. Lo escribió muy bien Sostres hace unos días en ABC: «En lugar de dar las gracias a los que luchan por defendernos, les gritamos lo peor desde nuestro subsidiado sofá». Enjoy the ride, Joanne & Lauren.

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