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Gregorio Ordóñez

A treinta años de aquella ejecución, no sólo España ha olvidado, sino que los asesinos se pasean bailando delante de sus víctimas

Sábado, 25 de enero 2025, 05:30

Treinta años ya del asesinato de Gregorio Ordóñez por la banda de hijos de la gran puta de ETA, y parece que fue ayer. Treinta años hará en 2026 del asesinato en su despacho universitario del que fuera catedrático de la Universidad de Salamanca y presidente del Constitucional, Francisco Tomás y Valiente, y parece que fue ayer… Y así podríamos seguir hasta recordar casi mil aniversarios que ya a casi nadie interesan y que los más jóvenes ni recuerdan, a pesar de que treinta años no son nada. Pero nuestros políticos bien se han encargado de que sean una eternidad, y de meternos en la cabeza que lo de ETA ocurrió en el Pleistoceno, que nada tuvo que ver con nosotros y que posiblemente aquella bestialidad sólo estuviera escrita en un libro de Mario Puzo o de Fernando Aramburu. Aquello no sucedió y Gregorio Ordóñez fue un simple personaje. Los tiros en la cabeza de otros siempre resultan lejanos. ¡Qué cosas pasan!

Ahora, a treinta años de aquella ejecución, no sólo España ha olvidado, sino que los asesinos se pasean bailando delante de sus víctimas, cobran de nuestros impuestos y deciden sobre nuestra Legislación y Gobierno gracias a políticos sin alma que sólo piensan en ellos y sólo en ellos; cómplices del terror que creen que la democracia es limpiar la sangre y así hacer como que nada hubiera sucedido. Los muertos son siempre unos fascistas, y sus familiares ni te cuento.

Treinta años del asesinato de Gregorio Ordóñez en un bar y Cuca Gamarra sigue riéndose. No para la señora de reírse mientras Gregorio Ordóñez descansa sin paz, pues ni los suyos se la dieron. ¿Morir para esto?, se preguntará cada atardecer Gregorio Ordóñez en su tumba mientras Cuca Gamarra acude a algún cóctel en Madrid. Canapés y más risas.

Pero mientras escribo de Gregorio Ordóñez, el PP está donde siempre, en el recreo, ahora pidiendo firmas para subir las pensiones, para bonificar el transporte público y para apoyar a Valencia. Ya ven, para apoyar a Valencia, ahora que ya se ahogaron de asco los que no se ahogaron en la riada. Vuelven los «maricomplejines» a caer en la trampa de Sánchez y Sánchez sigue ganando con la ruleta trucada. En lugar de honrar a Gregorio Ordóñez, recogen firmas; en lugar de cortar toda relación con el «sanchismo», siguen tendiendo manos; en lugar de sacar a España a la calle para detener este golpe de Estado, recogemos firmas como si estuviéramos celebrando la «Operación Bocata» en los Maristas. A fin de cuentas, Gregorio Ordóñez fue un muerto que se cayó de las páginas de una novela.¡Pum!

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