11-S. Ni olvido ni perdón

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En el «new» PSOE (Partido Sanchista del Odio a España), la maldad y la simpleza sólo les conduce a una teoría para sobrevivir: la del «y tú más», negar al contrario, insultar al contrario, hacer recaer tus propios crímenes en el contrario. Como diría Obélix, están majaretas estos «new» sociatas, aunque majareta suena hasta cariñoso para referirse a estos liberticidas analfabetos. Y no es Pedro Sánchez, son todos, salvo alguna sensata y horrorizada excepción que, a lo largo del tiempo, ha venido advirtiendo del peligro, como Leguina o Redondo Terreros. Qué van a decir los Serrada, los Tudanca o los Fernando Pablos, qué van a decir estos tiralevitas o qué no serían capaces de vender si ni siquiera son conscientes de su propia dignidad. Porque lo que estamos viendo no es una cuestión de ideologías, es una cuestión de dignidad y de respeto a la paz ciudadana y a la patria (sí, he dicho patria, ¿algún problema, mis queridos palurdos?)

Dedico esta columna a la memoria de los atentados del 11 de septiembre de 2001, donde Occidente, y por ende la democracia, comenzó a colapsar con las Torres Gemelas que hoy veo caer en Instagram, una y mil veces, desde todos los ángulos. Y de aquel colapso, el horror congelado para siempre, estos lodos de basura totalitaria, populista, «sanchista». En poco más de veinte años desde aquello -mi mayor trauma-, el mundo se ha convertido en un lugar más oscuro, más peligroso, más inhumano, más corrupto y menos cabal; un mundo lleno de terroristas contra la democracia y el capitalismo, los dos mayores pilares del mejor periodo que ha conocido nuestra Civilización.

Y a nosotros nos tocó Pedro Sánchez y la jauría de perros rabiosos que le rodea para acabar con nuestro bienestar y con nuestra ejemplar convivencia. Y ahora de nuevo -gracias José María Aznar por tu paso al frente- toca decir «!basta ya!». Nos toca decir. Urge, como bien ha dicho el ex presidente del Gobierno, sacar el espíritu de Ermua a las calles. Y es un honor, sinceramente, que a este ejercicio de libertad y defensa de la democracia y la Constitución, los «new» sociatas lo llamen golpismo. Es un honor y yo, ahora mismo, me declaro golpista y orgulloso de serlo. No hay nada más importante que defender la libertad y la convivencia, nada, y el PP y todos los ciudadanos de bien debemos tomar nota. O estamos con la Constitución o caemos con las Torres Gemelas, caemos con aquel principio del fin.

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