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Se baja del avión después de su «rendez-vous» con las dictaduras del golfo Pérsico, dictaduras además homófobas y misóginas a lo bestia, tan del gusto de la izquierda hipócrita occidental, y se va corriendo al Valle de los Caídos para disfrazarse de Gil Grisson, del CSI Las Vegas. Ahora imaginen al forense Gil Sánchez quitándose las «American Optical» de piloto al ritmo de «Gimme All Your Lovin´», de ZZ Top. Imaginen. Pues esto es España, un espectáculo de pésimo gusto y humor, al estilo del rollo infumable de los Wyoming, los Broncano, los Motos, los Buenafuente, los Mejide… Idiotez y vulgaridad en vena con las que ya se han contaminado generaciones de ciudadanos zombis. El monstruo en el ADN nacional. Alien, el pasajero.
Y ahí lo tenemos, al forense Sánchez con las manitas juntas y cara de Ave María Purísima Sin Pecado Concebida pasando revista a una colección de restos óseos. La foto no tiene desperdicio, ni vergüenza, ni respeto a los muertos ni a nuestra Historia (repitan conmigo «nuestra Historia» cien veces, Franco incluido). La escena parecía más la cocina del «Alinea» de Chicago que un lugar que, en modo alguno, debería haberse profanado y mucho menos convertido en un plató de «Gran Hermano» para lucimiento de Gil Sánchez, o Franco Bahamonde Sánchez, o Broncano Sánchez, o Vladimir Sánchez, o Nicolás Sánchez, o Arnaldo Sánchez, o Carles Sánchez, o Mohamed Sánchez, que yo qué sé quién es este tío.
Robar, prevaricar, mentir, intoxicar, manipular, corromper y corromperse o fundir las instituciones está muy mal, lo peor de lo peor, pero retorcer y pisotear nuestra Historia hasta hacerla desaparecer es ya de auténtico psicópata ignorante, un acto terrorista contra nuestra memoria, contra nuestra conciencia, y contra nuestra concordia. Sí, concordia (repitan conmigo «concordia» cien veces). La fotito de Sánchez en modo forense es la foto del colapso de una España en manos de unos seres que han tomado al asalto nuestras vidas para quedárselas. Sánchez es más el Alien de Ridley Scott que un político sin escrúpulos ni límites.
Aunque llevamos demasiado tiempo en modo «caos», exactamente desde el 11-M, esta situación no puede sostenerse por mucho tiempo. Los españoles estamos dando una lección de responsabilidad, somos unos fajadores, pero no es menos cierto que media España (y medio País Vasco y Cataluña) está drogada, tirada en sus sofás como víctimas del fentanilo «sanchista». Quizá por eso mister Pilot se ha disfrazado de forense, dispuesto a robar cuerpos y almas. Se busca a una teniente Ripley. Razón: España.
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