Tengo una amiga que siempre me «acusa» de estar demasiado preocupado por el aspecto, por el mío y por el de los demás, y nunca se lo discuto, pues el mundo me parece feo, cada vez más feo y desagradable, y, en lo que puedo, trato de contribuir a un mundo más amable, a caballo entre la revolución del Fiorucci de los años 80 y el Ralph Laurent más «preppy».

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Y dicho esto, y de repente, la realidad. La cruda realidad de ese mundo feo y corrupto que nos está devorando y del que España es un fiel ejemplo, líder mundial en horteras y granujas. Y marujas, como Maruja Díaz, ministra de Trabajo. La actualidad no puede ser más inquietante. España, desde el «felipismo», desde aquellos pelotazos que promocionaba Solchaga, titular de Economía, hemos ido de mal en peor con el lúdico paréntesis de los años de Aznar, también trufados de niñatos conservados en naftalina que hoy siguen aplaudiendo como locos, da igual Aznar, que Rajoy, que Casado, que Ayuso, que Feijóo. Venga a aplaudir, no paran. La profesión de España: aplaudidor del tendido de sol.

Pero entre el PP y el PSOE media un abismo, lo siento, y no me mueve ninguna pasión. Pero media un abismo, pues los «populares» mantienen un cierto aseo, una mínima formalidad y un discurso que, salvo las tradicionales y bochornosas meteduras de pata y los sempiternos complejos, mantiene un tono, una conexión con la realidad. Te guste más o te guste menos, te puedes fiar del PP, si exceptuamos al pusilánime de Rajoy.

Pero el PSOE, ¡qué ha pasado aquí! Zapatero fue una bomba atómica en el partido y casi toda la militancia le siguió al grito de «los que van a morir, te saludan». El resto ya es hoy: España zombi, una producción de Desguaces Sánchez.

Mirando el paisaje, a poco observador que uno sea, comprobamos que lo feo se ha hecho con el control. No es normal que el Poder esté en manos de esta fauna, ¡qué fauna! No se salva ni uno, ni los presuntamente formados como el astronauta Duque (otro florero) o Urtasun, que más que diplomático parece un niño pijo atrapado en las drogas sintéticas. Moncloa es un «after» decadente con un Marlaska en permanente estado de resaca. ¿Y el resto?, ¿de dónde sacan al resto? Da igual, con o sin estudios, casi todos están cortados por el mismo patrón. Ábalos es uno más. O Abascal, el último bocazas del PSOE. ¡Qué fauna!

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