Borrar

Creo sinceramente que el acuerdo alcanzado el martes en Bruselas entre PSOE y PP para renovar el Consejo General del Poder Judicial, es otro gol, no sé si de los socialistas o en propia puerta de Feijóo. Perdónenme una vez más, pero no me creo nada, y así lo demuestra la expresión chulesca de Sánchez ayer mismo en la comisión del control al Gobierno al replicar con un «para usted la perra gorda» a los certeros dardos de Feijóo sobre un presidente cercado por la corrupción, el descrédito y su continuado abuso de poder.

Más allá del pulso político que mantienen los dos partidos mayoritarios, lo que me escandaliza de esta democracia tutelada es que sigan utilizando al CGPJ como una sala clandestina de póker en la que se intercambian jueces a modo de fichas: diez para mí y diez para ti, y la vida sigue igual… o peor, pues la cronificada parasitación política de la Justicia es la peor noticia para nuestros derechos y libertades, aunque a mercachifles como Bolaños y González Pons se les llene la boca de la palabra «despolitización». España para los españoles, como metáfora de una democracia sana que no esté carcomida por los nacionalistas, y la Justicia para los jueces -y sólo para los jueces- como única vía para la independencia judicial, nuestra mayor garantía ciudadana. El resto, florituras y fotitos para un acuerdo que de «histórico», como lo han calificado muchos, no tiene nada, y sí de vergonzoso, pues es un paso más de nuestro camino hacia el Estado fallido. Ya me dirán qué pinta España negociando nuestra Justicia en Bruselas -como lo hace también con los delincuentes en Suiza-. ¿Necesitamos un tutor internacional?, ¿no somos capaces de organizarnos? Un bochorno, y aún más que nos representen dos «abogados» como Bolaños y Pons, uno que dada su juventud no creo que le haya dado mucho tiempo a triunfar ejerciendo, y el otro que el último bufete que vio estaría ubicado en las cuevas de Altamira. Impresentable el acto, impresentable el marco, impresentables los personajes, e impresentable la situación, como lo es que la megapolitizada Unión Europea se preste a vigilar la «despolitización» de la Justicia española. Ya digo, un bochorno y todo por resolver, pues España, sus poderes, son, van a seguir siendo una sucesión de intrigas y disputas palaciegas con el ciudadano de convidado de piedra en un nuevo intercambio de cromos.

Esta funcionalidad es exclusiva para registrados.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios

lagacetadesalamanca Más Estado fallido