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Desde que es alcalde, Carlos García Carbayo mantiene su particular letanía en exigirle al Gobierno central las inversiones que tiene pendientes con Salamanca, y cuya enumeración ya resulta imposible habida cuenta del abandono criminal al que nos tienen sometidos el actual y los anteriores gobiernos. Tradicionalmente, los Presupuestos del Estado nos regalan unas migajas para gastos corrientes y cuatro parches. A este paso y como gran «inversión», levantarán a nuestro alrededor un muro de cristal y vendrán turistas y estudiosos a contemplarnos en nuestro particular hábitat, que más que charro, es el hábitat de «la raya», pues de Orense a Huelva se ha desplegado desde el franquismo una zona de abandono, de silencio, de miseria «rayanas», y que en el Portugal del Estado Novo tuvo su réplica para constituir el área más mísera de la Península. Y aquí estamos, «exigiendo», mientras en Madrid (y en Valladolid) oyen llover y los salmantinos asistimos calladitos a los robos, chantajes y trapicheos que se dan entre Madrid y Cataluña, donde los miles de millones se trasiegan como si fueran dinero del «Monopoly».
Para Salamanca no hay ni para obras menores, pues «menor», por ejemplo, sería el esperado enlace de Buenos Aires o los accesos a la ciudad por las antiguas carreteras de Madrid, Zamora y Valladolid, indignos y vergonzosos para una ciudad tan monumental y turística.
Visto lo visto, silencio criminal administrativo, más nos valdría, más le valdría al alcalde y al resto de representantes institucionales dejar de «exigir» como discos rayados y empezar a moverse, pues en Madrid se parten de risa con nuestras «exigencias». Vuelva usted mañana.
Los diputados y senadores deberían estar para algo más que subir fotos a Instagram, igual que concejales y procuradores que confunden el puesto con un pase de modelitos, ver un partido de baloncesto o dar la salida a una carrera solidaria. Ves a un diputado hoy, y es el mismo diputado y la misma aptitud de hace cuarenta años; ves a un concejal hoy, y es el mismo concejal y la misma aptitud de hace cuarenta años… Hace falta acción e información; hace falta salir a la calle, sacar a la gente y explicarle que España nos roba. Con exigir inversiones justas delante de un micrófono local, no vamos a ninguna parte que no sea justificarnos y mantener el tipo y el escaño. Lo dicho, España nos roba.
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