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A Cormac McCarthy. DEP
Estoy desmoralizado: España me lleva matando desde hace ya demasiado tiempo, por poner una fecha, desde el 11 de marzo de 2004, el 11M, cuando el revanchismo de una izquierda salvaje liderada por el infame Zapatero se apoderó de nuestras vidas, con el insulso descanso de Rajoy. Trato de mantenerme al margen, pero no es fácil, la furia de ahí fuera se ha llevado a límites incontrolables. Difícil definir, la política parasitaria ha infectado a la sociedad, y la sociedad, simplemente, se ha dejado llevar en un ambiente de violencia, insensatez e ignorancia, todo muy garrulo. Pero España sigue de fiesta, lo que nos condena y nos salva: ¿hay cerveza en la nevera?
Y estaba postrado en este sufrimiento crónico, en esta retahíla de impotencias (Salamanca se diluye en la nada, Castilla y León es un espejismo y España me mata), cuando apareció la reina Letizia en mi vida que, junto al rey, sostiene ahora mismo nuestra dignidad, nuestra Historia y nuestra modernidad. La jefatura del Estado es nuestro único apoyo fiable como nación, como sociedad, pues la esperanza que tenemos puesta en el 23 de julio, no deja de ser todavía una ilusión, el llegarán tiempos mejores.
Tanta decepción y tanto bandido no nos dejan ver el futuro, si es que no hemos renunciado ya a verlo. Apareció la reina Letizia en la bella Cartagena de Indias, en Colombia, en otro de sus viajes solidarios para apoyar la labor de la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo (AECID), y vi en esa mujer con camisa blanca y pantalones cargo la España que quiero, la España que me gusta. La verdadera España a la que pertenezco y a la que me niego a renunciar por mucho que me golpeen el odio y la estupidez. Ver a doña Letizia, espléndida como mujer y como reina, fue el claro en la tormenta, y comprendí que, por muchos enemigos que tenga España, hay valores hispanos (incluyo orgulloso a nuestra América) que nos mantienen.
Como dirían los yanquis en sus malos momentos, «united we stand». Sin duda, y así lo expresó ayer Feijóo en una buena entrevista con Jiménez Losantos, los reyes son el mejor ministro de Exteriores que podamos tener, en cualquier lugar. Y a través de las fotos de doña Letizia en el Caribe me reafirmé en mis convicciones: la Monarquía es la mejor garantía de cohesión y equilibrio para España, y sobre todo con una sociedad tan convulsa e intoxicada como la actual. Se llama normalidad institucional.
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