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Imagino que no será muy original llamar Pinocho Sánchez a Pedro Sánchez, pues con las trolas que mete, su especialidad, ya le habrán comparado un millón de veces con el personaje de Carlos Collodi. Pero es lo que hay, un presidente del Gobierno que miente más que habla, una de sus muchas habilidades para ejercer el mal sin titubear, para seguir confundiendo a la población con sus insultos a la inteligencia y con una capacidad innegable para corromperlo todo, empezando por los suyos, desguace de la socialdemocracia. Bien pensado, Sánchez -ahora también conocido como Pere Sánchez- es Atila disfrazado de Pinocho, con su voz de catequista y sus formas presuntuosamente atildadas, aunque de Hubert de Givenchy no tiene ni el blanco de los ojos, más bien es el John Milton que interpretaba Al Pacino en «El abogado del diablo».
Una de las últimas mentiras de Sánchez, que «España no va como una moto, va como un cohete», la soltó el pasado jueves en uno de esos foros que sí o sí llevan la palabrita «sostenible» en su título, más bla-bla-bla sostenible para una España, para una Europa insostenible.
Como Sánchez está arrasando España, obviamente ya no sabe ni dónde vive, de ahí que se aventure a hablar sin saber, a soltar en público lo primero que se le ocurre para sus fieles del tendido de sol. Como esos que han votado a Illa, inútil como ministro, jefe de un comité de expertos del COVID que nunca existió y un triste sin nada que ofrecer, ni siquiera a esa tierra quemada llamada Cataluña. Un enterrador camino de otra poltrona, nada más.
España va como un cohete y el tío se inventa las cifras, las moldea a su beneficio como Tezanos moldea sus propias encuestas. Todo es maquillaje en este Gobierno infame y guerrillero: la inflación disparada, el mercado laboral destrozado, la deuda pública en los anillos de Saturno y la presión fiscal asfixiando al ciudadano y a la empresa… ¡pues vaya cacharro de cohete, Pere! Y, por si fuera poco, una dejadez asombrosa de la gestión del país, pues todo es alimentar la guerra de Sánchez, con la amnistía, los bulos, la difamación, el descrédito internacional… y alimentar, claro, el país de borregos que le mantenga en el poder. España no va como un cohete, pero quien sí va es Pedro Sánchez, aunque lamentablemente es un peligroso artefacto, sin rumbo, sin más sentido que acabar reventándonos en una orgía de estiércol ideológico y miseria económica y cultural. Los españoles acabaremos haciendo surf sobre un barrizal de mentiras y destrucción de todo lo que no sea el «sanchismo» y su ejército rojo, ¿no les suena a Venezuela?
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