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Fin de año. Fun-fun. Me gustaría escribir de algo bonito, pero no puedo. Bueno, sí podría y sí quiero, pero no debo, me parece una indecencia, un mirar para otro lado y contribuir a la gran mentira en la que estamos metidos.
La gente cree -o quiere creer- que estamos en un ciclo y que ya escampará. Lo que no sabe la mayoría votante -o mutante- es que estamos jodidos, que nadie conoce a nadie y que la vida no es el bonito anuncio navideño de «Telefónica»: un beso. Un beso ya no es un beso, señor Álvarez-Pallete, como el último móvil no es una cabina o el teléfono góndola rojo «Ferrari» de mi madre. Aquello sí era modernidad de la buena, un teléfono góndola, un hito, como «Police» cantando «Walking On the Moon». Un mundo sin Bad Bunny fue posible, en serio, lo fue.
Siempre me pregunto qué mira la gente en sus teléfonos tan concentrada, qué dicen en los «audios» que graban y envían, que graban y envían… Me siento un antiguo, no envío audios ni me planto el móvil en la boca como si fuera una tableta de «Nestlé». Hasta la choni más choni parece estar dándole instrucciones a los ingenieros de la NASA. Yo, como mucho, reenvío en Nochebuena «It May Be Winter Outside (But in My Heart It´s Spring)», canción que habla de amor y esperanza en mitad de un mundo frío y estéril… ¿Les suena la sensación? «Será invierno afuera, pero en mi corazón es primavera», canta «Love Unlimited» en la radio de mi coche, camino de casa entre la niebla. Es Navidad en Torres Villarroel.
Y en esas estaba, pensando en lo «interesante» que parece la gente con sus «AirPods» y en lo soso que parece uno con sus neuronas por toda tecnología, cuando hace poco, creo que el miércoles, «pillé» casualmente a una pareja en una terraza, cada uno con su móvil, ajenos el uno al otro. Y sin querer vi sus dos pantallitas, cargadas ambas de charlotadas, de vacío, de aburrimiento… Pienso que las parejas se extinguen. Ya no pasean ni se besan por las calles, como pasaba en París según Joni Mitchell. Tanta relación abierta frente a la intimidad del banco de un parque y tanto porno en lugar de dibujos animados, están dejando un reguero de muertos vivientes. Hay que volver a ver E.T. o «Love Story», en memoria de Ryan O´Neal y escuchando a Andy Williams, claro. Hay que volver a llorar gratis, pues no es el beso de «Telefónica» lo que ha llegado hasta aquí en versión digital, es la indiferencia más absoluta y la ausencia de besos húmedos. Húmedos, señor Pallete, ¿me sigue?
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