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No me gusta Javier Bardem, ni como actor ni como persona, pues es de esa clase de gente que su sola presencia da mal rollo; aparece y se nubla el día para dejar paso a una lluvia de fango desde la máquina que él y gente como él no paran de alimentar, con lo que sea, con lo que tengan a mano, la ultraderecha, el franquismo o Gaza, hoy tan buen pretexto para demostrar sin pudor su antisemitismo sin que pase nada, pues la calle confunde la velocidad con el tocino y la democracia con la autocracia, por no hablar de la defensa del terrorismo, de la liquidación de Occidente y sus valores o de la descarada corrupción que abanderan y que siempre pasa por riqueza para mí y los míos, y una hogaza de pan duro para el resto de la humanidad con un sellito de buenismo «oenegé».
Mi mujer trofeo, Pé, vestida de Balmain, pero a las mujeres iraníes que les den, a las afganas que les dén, a las palestinas, que les den. Parafraseando a Amparanoia, que les den por ahí. ¿A quién le importa hoy Afganistán y sus mujeres? ¿A Bardem, a Pé, a Pedro Sánchez, a Yolanda Díaz, al jefecillo de la UGT…?
No existe en este mundo maniatado por la nueva izquierda caníbal la legítima aspiración continua por la democracia, la libertad o la verdadera solidaridad, justo lo que nos ha traído hasta aquí y lo que nos debería mantener en alerta. Pero para ese club global de atracadores del progreso, sólo existe el ruido y el ahora, ya sean inmigrantes al peso o palestinos masacrados, con su correspondiente cuota de niños amortajados, que siempre quedan muy bien en el aquelarre progre. Sólo esperan, en su memez, en su maldad y en su declarado antisemitismo nazi, que el muro de democracia que es Israel caiga para que en Occidente descubramos las tinieblas de la yihad islámica. Habrá que ver a Pé con burka, aunque sea de diseño, aplaudiendo a Pedro Sánchez al recoger premios feministas, como el otro día en Nueva York, mientras mantiene a su Begoña desaparecida, en silencio… ¿Afganistán, Bardem? Ah, sí, bonitos perros…
Por cierto, Javi, ya que eres tan valiente de denunciar el genocidio israelí en Gaza desde San Sebastián, negándote a celebrar tu premio, podrías haber tenido los «huevos de oro» de denunciar años atrás en el mismo foro el cometido por ETA o cómo aún hoy mismo se sigue homenajeando impunemente en el País Vasco a esos asesinos hijos de puta. Péinate y oxigena tu mente.
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