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«Gaza es una cárcel y Hamás es el carcelero», una frase rotunda del gran periodista John Müller que resume una situación trágica, la que vive el pueblo palestino en estos momentos. En el momento de escribir estas palabras, Israel no ha iniciado aún su ataque definitivo sobre la franja de Gaza pero el sufrimiento de la sociedad civil palestina es más que evidente.
Sería muy bueno aclarar conceptos porque se confunde, muchas veces con miradas retorcidas, la lucha del pueblo palestino que ya dura décadas con la lucha de un grupo armado terrorista cuyo nombre es Hamás.
La respuesta de Israel al brutal ataque de los grupos armados de Hamás no se hará esperar mucho tiempo en ese nido de avispas que han creado las organizaciones internacionales tras el nacimiento del Estado de Israel. Son demasiados los intereses que se juegan en este punto caliente teniendo en cuenta que finalmente se deberán crear dos estados independientes y libres.
Sin embargo, esta respuesta no es tan fácil de llevar al acuerdo, mientras tanto se ha creado una nueva situación en la que se vuelve a los años 70 y a la guerra del Yom Kippur.
Israel tiene potencial para destruir Gaza, pero el precio será muy alto para todo el mundo. Recordemos la crisis del petróleo y especialmente recordemos a los inocentes, los muertos inocentes que ahora también se repiten porque no aprendemos de nuestros fracasos.
Estamos con la causa palestina, nunca con la de Hamás que apoyado por quienes quieren borrar a occidente, quiere borrar del mapa a quienes no comulguen con sus principios.
Y es que la causa yihadista es la clave en este momento, hacer manifestaciones y concentraciones por el pueblo palestino me parecen loables, sin embargo, creo que debemos profundizar porque todos los muertos valen, también los israelíes.
Ahora se pide moderación al estado judío, se pide obrar dentro del «Derecho Internacional», y no será nada fácil porque los hebreos se van a encontrar con un ejército bien armado que, como siempre, usará como escudo humano al pueblo palestino.
Esta creo que es la realidad en un entramado en el que juegan las políticas internacionales en un tablero de guerra que, por muchas razones, interesa mantener.
Esperemos que cuanto antes se salga del campo de batalla y se entre en el de la negociación porque la escalada puede ser gravísima para el mundo entero.
Hezbolá al sur del Líbano y Hamás en Gaza son los enemigos reales, no solo de Israel, también de Occidente.
Ambos son grupos armados terroristas que además riegan sus consignas por todo el mundo como hemos visto ya en innumerables ocasiones, las últimas en Francia donde después del asesinato de un profesor se ha movilizado al Ejército.
Esa es la medida de la grave situación mundial que ha hecho incluso olvidar por unos días la guerra de Ucrania. ¿Por qué será?
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