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A vueltas con la inmigración

Domingo, 24 de diciembre 2023, 05:00

En la Unión Europea se ha venido retrasando el debate en torno a la bajísima fecundidad al menos en parte por el discurso del neo feminismo, que no lo considera un problema sino un avance. Hay una feminista que destacó en esas prédicas contrarias a la Humanidad, se llama Shulamith Firestone.

En España una cierta izquierda también se mueve en esa dirección, asegurando que la inmigración «nos arreglará el problema». Esta gente subraya los beneficios (indudables) de la inmigración, pero se olvida de los problemas de integración social que trae consigo.

Hay que recordar lo que pasó en Reino Unido con el brexit, y el papel que allí jugó la inmigración, debido en buena parte a que los partidarios del brexit explotaron y exageraron los problemas de la inmigración, con el caso de los inmigrantes ilegales y los solicitantes de asilo, estos últimos conceptualmente diferenciados de los migrantes económicos, pero que no lo son con relación al impacto en las sociedades de recepción y a su capacidad de integración.

¿Y qué pasa en España? Que desde mayo de 1990 a abril de 2023 han venido aquí 7,2 millones de personas nacidas en el extranjero. Como consecuencia, la inmigración tiene un peso muy relevante y creciente dentro de la fuerza laboral española (20% de los empleos en el primer trimestre de 2023 estaban ocupados por inmigrantes), y en especial en ciertos tipos de trabajos y sectores de actividad económica, como la construcción.

En los últimos años, la inmensa mayoría del nuevo empleo lo ocupan extranjeros, y el 100% del nuevo empleo privado, algo que debería ser motivo de reflexión.

España y Europa están gestionando de forma pésima los flujos migratorios y en España, además, existen altísimos niveles estructurales de paro laboral, tanto entre los españoles nativos como (aún más) entre los extranjeros -maquillados a la baja en las estadísticas oficiales-, pese a lo cual sigue llegando nueva inmigración de forma masiva, que en los últimos años es solo extracomunitaria. La mayoría de los extranjeros en esos años llegaron a España y se quedaron aquí de forma irregular -es decir, «no ordenada»-, pero se les fue regularizando por haber adquirido «arraigo» y tener un empleo.

A partir de 2008 las tasas de paro de los españoles, y no digamos las de los extranjeros (especialmente entre los extracomunitarios), se dispararon. Desde 2013 los africanos en España, en su mayoría marroquíes, sufren grandes niveles de desempleo.

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