Plus Ultra

No deja de sorprender que un diario como El País, con el prestigio que había adquirido (a pesar de sus fobias en los tiempos en los cuales lo dirigió Juan Luis Cebrián) haya caído de ese podio hasta convertirse en el «fiel y seguro servidor de sanchismo» y quizá el ejemplo más claro de ese servilismo sea la machaconería con la cual el periódico moteja a Vox y a sus miembros de ultras (ultraderechistas, claro) mientras se niega a calificar de ultraizquierda o de ultranacionalista a nadie. El jueves pasado el periodista Luis Ventoso nos recordaba el siguiente párrafo extraído de un artículo de dicho periódico:

«En diciembre de 2022 el presidente del partido ultra Santiago Abascal era uno de los pocos miembros fundadores que seguía al frente de la fundación ultra».

Y Ventoso añadía: «El entusiasmo por cumplir con la consigna monclovita es tal que llegan al extremo de repetir dos veces en la misma frase el adjetivo ultra».

Y también RTVE insiste día tras día en ese mismo calificativo cuando aparece Vox en la pantalla.

Estos medios entregados a Sánchez parecen encantados con que este gobierne, junto a Podemos, el partido entregado al chavismo venezolano, que recibe dinero de los asesinos de Irán y que se acuesta mañana, tarde y noche con el independentismo catalán y con los herederos de los asesinos etarras. Mientras que Vox, aunque con algunas voces allí dentro que resultan estridentes, es un partido que defiende la unidad de España y nuestra Constitución y está en lucha frontal contra el separatismo. Vox es, simplemente, un partido conservador que ocupa un espacio político perfectamente asimilable al de Meloni en Italia. Por eso el ya citado Luis Ventoso se preguntaba: «¿Resulta que ahora en España todo aquel que no apoya al conglomerado frankenstein es ultraderechista?».

Y ahora, en vísperas de que Sánchez le pase la mano por el lomo a los separatistas catalanes y vascos, conviene recordar algunas elementales verdades. Para empezar, que detrás de ese nuevo gobierno sanchista estarán quienes dieron un golpe de Estado en octubre de 2017, y esta vez ha de estar también el cobarde que, tras proclamar durante un par de minutos «la independencia de Cataluña», huyó de España en el maletero de un coche y vive desde entonces en Bélgica a cuenta de lo que roba a los europeos. Y todos bajo el manto protector de un señor que se ha hartado de engañar a los españoles negándose a cumplir mañana lo que prometió ayer. De un señor que parece estar dispuesto a entregar Cataluña y el País Vasco a los enemigos de España y de nuestra democracia.