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El gran problema que suscita la inmigración en España y en buena parte de Europa tiene un nombre: integración social de los inmigrantes. Concepto ligado con la marcha educativa y laboral de los hijos de inmigrantes.
La fecundidad de las mujeres inmigrantes en España es 18,1% mayor que la de las mujeres nacidas en España, y dada la caída que viene observándose entre las mujeres nacidas en España, la presencia de inmigrantes y de sus hijos será cada vez mayor. La integración social de los hijos de inmigrantes sigue siendo discriminatoria en comparación con los hijos de españolas: menor nivel educativo y profesional. Discriminación que está pidiendo a gritos políticas igualitarias que beneficiarían tanto a los hijos de inmigrantes como a la sociedad española.
El Ministerio de Educación y el de Seguridad Social vienen publicando estudios en torno a los jóvenes hijos de inmigrantes. Son encuestas realizadas a grupos juveniles de origen inmigrante y todos los que vienen lo hacen porque han tenido vínculos históricos o por una cercanía espacial. Para los jóvenes, sobre todo los latinos y los marroquíes, esto es una evidencia, y es un rasgo muy positivo. España aparece como el país que acoge a todos los que en algún momento formaron parte de una historia compartida. Son los de fuera, los recién llegados, los que son capaces de proponer una nueva versión de España, multicultural en base a la tradición y a la Historia.
Los hijos de inmigrantes «lo que más echan de menos es ser iguales al resto». Muestran ansiedad por tener que estar adaptándose y mostrando lo que se espera de ellos, o recibiendo, si no lo hacen, miradas o comentarios hostiles.
Los hijos de españoles se ven incapaces de contestar con aplomo cuando se les pregunta sobre la identidad española. No se les ocurre ningún rasgo de esa identidad, ni mencionan la Historia o la geografía, solo el modo de vida en sus aspectos más superficiales: los españoles son más extrovertidos, socializan más, les gustan la calle y los bares.
El estudio añade lo siguiente: «Al mismo tiempo, los conflictos entre naciones o regiones dentro de España han desviado la discusión política en los últimos años en relación con la identidad nacional. El fracaso en construirla puede ser un éxito a la hora de acoger a otros, al igual que ha resultado un éxito en la aceptación de la integración europea. Curiosamente, vista por los jóvenes de origen inmigrante, España sí tiene un rasgo propio muy llamativo. Es un país formidablemente diverso, como «ningún otro país del mundo». La mitad del mundo se mezcla aquí».
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