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Hace tiempo que Donald Trump viene anunciando que el 2 de abril nos daría su The Big One y así ha sido. La mayor parte de los políticos de otros países han pensado y han dicho que vamos a entrar en la mayor de las guerras comerciales, lo cual supondrá un terremoto para la economía mundial. Todo el mundo espera en vilo el nuevo movimiento, empezando por los principales socios comerciales de Estados Unidos, entre ellos la Unión Europea, México, Canadá, China, Japón, India y Corea del Sur.
Trump ha denominado al 2 de abril el «Día de la Liberación». En su narrativa, todos los países han estado aprovechándose de Estados Unidos y llega el momento de la venganza. «Durante décadas, todas las naciones del mundo, tanto amigas como enemigas, nos han estafado y maltratado. Ahora, por fin, es hora de que los buenos y viejos Estados Unidos recuperen parte de ese dinero y el respeto».
Esa anunciada guerra comercial parece amenazar con poner patas arriba el orden económico nacido de los acuerdos de Bretton Woods al final de la II Guerra Mundial, al hacer saltar por los aires las reglas que han regido durante décadas el comercio internacional.
Trump añora el siglo XIX, cuando Estados Unidos tenía aranceles altos y presenta esa época como la más próspera para el país (»arancel es la palabra más bonita del diccionario», dijo en campaña) y algunos de sus aliados hasta se han planteado convertir el 2 de abril en un día festivo en conmemoración del giro en la política económica.
Con los principales socios comerciales, con los que Estados Unidos tiene un mayor déficit y que Washington considera que juegan sucio con sus prácticas comerciales, cabe la posibilidad de una entrada en vigor rápida. «Es el 15% de los países, pero es una gran parte de nuestro volumen de intercambios», explicó Trump. China, la Unión Europea, México, Vietnam, Taiwán, Japón, Corea del Sur, Canadá, India, Tailandia, Suiza y Malasia son los países o bloques con los que Estados Unidos tiene un mayor déficit comercial.
No tengo voluntad ni conocimientos para hacer previsiones de lo que va a pasar, pero sé la enorme deuda externa que acumulan los Estados Unidos y también que a los norteamericanos les gusta el aceite de oliva español y coger el coche los sábados con la familia. Y esos automóviles, incluidos los fabricados allí, llevan muchos componentes fabricados fuera de los Estados Unidos.
Así que no tiremos la casa por la ventana y esperemos que Trump se dé un leñazo. Uno más.
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