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Jorge Semprún cumpliría 100 años

Domingo, 12 de noviembre 2023, 05:30

«Escribir es una empresa soberbia y humilde, desesperada e inexcusable; escribir de verdad, quiero decir. Exige muy fuertes virtudes: talento, temple y talante». (Jorge Semprún. Cuadernos de Ruedo Ibérico nº1 - 1965).

Conocí y traté a Jorge Semprún al inicio de 1966, tras compartir asientos en el comité de Redacción de la revista Cuadernos de Ruedo Ibérico, que impulsó otro exiliado, José Martínez. Fue éste quien quiso que entráramos allí unos cuantos jóvenes españoles de izquierdas que estábamos en París becados por el Gobierno francés. Lo volví a tratar con frecuencia y con mucho gusto cuando se instaló en Madrid, en la calle que lleva el nombre de su abuelo, Antonio Maura, para ejercer de Ministro de Cultura.

Jorge Semprún y Fernando Claudín acababan de ser expulsados del PCE y, la verdad, me dio la impresión de que Semprún estaba contento con aquella expulsión. En realidad, allí empezó para él una nueva y brillante vida literaria, cinematográfica y personal. Tenía entonces 42 años y había ganado el premio Formentor con su primera novela, «El largo viaje», y se acababa de estrenar la película de Alain Resnais «La guerre est finie», cuyo guion había escrito Semprún. Una película en gran medida autobiográfica que protagonizaron Ives Montand e Ingrid Thulin.

Semprún no había cumplido los veinte años cuando —ya exiliado con su familia en Francia— fue detenido y torturado por pertenecer a la Resistencia antinazi. Luego fue internado en el campo de concentración de Buchenwald. Allí llevaba pegado en su zamarra un rombo de color rojo, de preso político, con una «S» negra de spanier. No había cumplido los veinte años. Siendo el deportado número 44.904 allí, en el campo, se integró en el Partido Comunista.

«En cualquier caso, fue en Buchenwald, entre los comunistas españoles de Buchenwald, donde se forjó esa idea de mí mismo que me condujo más tarde a la clandestinidad antifranquista». La literatura de Semprún ha vuelto muchas veces a Buchenwald (Bosque de hayas)».

Buchenwald está al lado de Weimar, bajo las colinas de Ettersberg donde Goethe y Eckerman tanto habían conversado. Weimar, la ciudad que dio nombre a la Constitución y a la República alemana de entreguerras, destruidas ambas por los nazis tras su llegada al Gobierno en 1933.

Tres hechos marcaron la vida y la literatura de Semprún: el exilio, la deportación y la militancia en el PC. Hay en su obra, es cierto, al menos una excepción luminosa, su libro «Adiós, luz de veranos», que les recomiendo.

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