Se veía venir desde hace tiempo que esto llegaría después de que el neofeminismo se apoderara de la política española. Todo empezó en la época de José Luis Rodríguez Zapatero.
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Aparte de madres secuestradoras y luego indultadas por el Gobierno de Pedro Sánchez, y de miles de falsas denuncias contra varones, en los últimos tiempos se nos ha metido a través de las televisiones, radios y periódicos el asunto del futbolista Dani Alves, cuya sentencia condenatoria a más de cuatro años acaba de ser publicada. ¿Qué dice esta sentencia? La respuesta nos la ha dado Arcadi Espada en un magnífico artículo.
Existe una grabación que muestra cómo el último día de 2022 hubo entre Alves y la denunciante 14 minutos de flirteo, que empezaron a las 3:28 de la madrugada (lo entrecomillado pertenece a la sentencia)–«el interés del acusado se empieza a centrar en la denunciante»-, avanzaron un minuto después –«el acusado toca los glúteos a la denunciante»-, tocamiento bien acogido en el minuto siguiente –«la denunciante se gira dando la espalda al acusado y próxima a él sigue bailando y ambos están muy próximos, ella le pasa el brazo por los hombros y los brazos, y el acusado le vuelve a tocar el glúteo».
A las 3:42 Alves se retiró al baño y la denunciante le siguió dos minutos después. La sentencia admite que «la denunciante acudió voluntariamente a la zona del baño, con el propósito de estar con el acusado en un espacio más íntimo».
Resumiendo: aquella noche hubo dos tiempos de duración casi idéntica que ofrecen una diferencia clave: del flirteo hay imágenes y de la supuesta agresión no.
¿Y cómo llega el tribunal a la conclusión de que en la segunda parte del encuentro hubo una agresión sexual? «Porque ningún motivo tiene la denunciante para acusar falsamente a quien no conoce». ¡Vaya argumento!
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Y en torno a la entrada voluntaria de la mujer en el baño, el Tribunal tiene que torear, por último, la frase «sabía a lo que iba» que, según el testigo, empleado de la discoteca, pronunció la propia mujer. El Tribunal dice: «Saber a lo que se va puede referirse a seguir con el baile, con un contacto más íntimo en un espacio reservado, e incluso a un acercamiento sexual».
Vamos, que la palabra de la denunciante va a misa. ¡Qué justicia es esta, que condena a los del sexo masculino poniéndoles en manos de aquellas mujeres que les venga en gana denunciarlos, y a ellas las exonera sistemáticamente, pese a las muchas denunciantes falsas del sexo débil!
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