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Lo que no se entiende

Lo que ahora le exige el fugitivo es que Sánchez salga definitivamente del armario y entone un acto de contrición

Domingo, 10 de septiembre 2023, 05:30

Que Pedro Sánchez está metido en un agujero no parece que pueda ser negado ni por él ni por sus adláteres en el PSOE, pero ¿qué opinan los miembros de su Gobierno? Y no me refiero a las (y los) ministros aplaudidores sino a las personas de prestigio profesional y personal, como son Luis Planas, José Luis Escrivá o Nadia Calviño. Por supuesto que tengo claro que no están dispuestos a meterse en el barrizal, pero eso no les impide hablar.

Hay una diferencia sustancial entre el acuerdo de Sánchez con ERC tras las anteriores elecciones, y no sólo es la necesidad de meter dentro del Frankenstein a más partidos sino también el hecho de que los de Puigdemont –a diferencia del acuerdo callado con ERC- quieren ahora que sus pactos con Sánchez se hagan públicos, por eso lo que está quedando cada vez más claro es el precio que Sánchez se dispone a pagar por los siete votos del partido de Puigdemont.

Conviene leer con atención las 2.576 palabras de la declaración que el fugado recitó desde su refugio. Hay que leerlas íntegramente y, además, tomarlas en serio. Y es que los aliados de Sánchez son más transparentes que él y sus cortesanos.

Leamos un resumen: «España es un recurso inusual en la resolución de los retos democráticos», escupió nada más empezar y siguió diciendo que España es una potencia opresora y por eso la independencia es la única vía para la liberación de Cataluña. Este es el fundamento conceptual de todo el pensamiento puigdemoníaco. Lo cual se comprueba con afirmaciones tan contundentes como que «no existe un camino alternativo a la independencia que pueda garantizar el respeto y la supervivencia de Cataluña».

De todo lo dicho por Puigdemont se deduce que si Sánchez quiere que Puigdemont acceda a negociar con él tiene que admitir previamente que la razón estuvo siempre del lado de los autores del golpe institucional de 2017 y la sinrazón del lado del Estado. En realidad, Sánchez viene haciendo eso mismo y administrado en dosis progresivas. Lo que ahora le exige el fugitivo es que Sánchez salga definitivamente del armario y entone un acto de contrición con propósito de enmienda que ponga al Estado de rodillas.

Para acabarla de amolar, el fugado exige que un mediador, presumiblemente extranjero, supervise el cumplimiento de los acuerdos, como se hace en la práctica internacional con los regímenes democráticamente sospechosos.

La verdad es que no se entiende que dentro del PSOE no se alce ni una sola voz que diga ¡basta ya!

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