¿Ha desaparecido ETA?

Doce años atrás unos encapuchados de ETA anunciaron que iban a dejar de matar, y cumplieron. Hace unos días y a propósito del debate en torno a los 44 condenados por terrorismo que EH-Bildu lleva en sus listas electorales, un periodista llamado Pepe Rubio escribió lo siguiente:

«Llamadme loco, pero que un ex miembro de ETA esté en una lista electoral es un triunfo de la democracia. Deseábamos que abandonaran las armas e hicieran política. Está pasando y me alegro. Los prefiero haciendo políticas de empleo y vivienda y no empuñando pistolas».

Pero resulta que al Ayuntamiento de Bilbao se presentaba Carlos García Juliá, uno de los que asesinaron a los abogados de la calle Atocha, 44. Por eso el cineasta Jon Viar escribió en El Mundo lo siguiente: «Me pregunto entonces si el señor Rubio piensa lo mismo en el caso de García Juliá. ¿Es un éxito para la democracia española que el asesino de los abogados de Atocha se presente a las elecciones? ¿Debemos asumirlo con naturalidad?» Viar pone dos ejemplos significativos. El de Lander Maruri, que se presenta en Ciérvana (Vizcaya) y del de Juan Ramón Rojo, que lo hace en Irún (Guipúzcoa).

Maruri mató a un guardia civil en Ciérvana y Rojo también mató en Irún a un hombre al que acusaron de traficante y en Bilbao a un policía nacional. Ninguno de los dos ha mostrado arrepentimiento, sino todo lo contrario. Como ciudadanos españoles que son, tras haber cumplido sus penas tienen el derecho a presentarse a unas elecciones, pero no debemos tolerar ningún pacto con ellos. Y esa es la cuestión de la que no quiere hablar Pedro Sánchez, porque esos pactos son con los enemigos de la unidad de España.

Aclaremos: una cosa es permitir a los terroristas y a sus amigos que se presenten a las elecciones y otra muy distinta que Pedro Sánchez pacte con ellos. Por ejemplo, la Ley de Memoria Democrática y otras muchas. No es de recibo que permanezca en La Moncloa gracias a los apoyos de terroristas, de separatistas y de enemigos de la Constitución y de la Democracia.

Conviene recordar que EH Bildu es la segunda fuerza política en el País Vasco y la cuarta en Navarra. Tres de sus diputados en el Parlamento Vasco fueron condenados por pertenecer a ETA. Lo diré más directamente: que una parte minoritaria pero significativa de la población que allí vive sea partidaria de ETA y de sus descendientes políticos nos habla de una sociedad enferma, como lo estuvo la parte de Alemania que apoyó a los nazis.