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He visto con espanto los debates en el Congreso acerca de las andanzas de Koldo y sus mariachis. Pues bien, Sánchez y su ministra de Hacienda se dedicaron con auténtica ferocidad a lanzar improperios contra Feijóo y contra Isabel Díaz Ayuso. Contra Feijóo a propósito de unas fotos de hace treinta años junto a un tipo que después de aquellas fotos resultó ser un traficante. Pero lo más grave y lo que dispara mi indignación es la campaña que desde el Gobierno se le ha montado a Díaz Ayuso, que es, entre otras cosas, la persona que ocupa hoy el cargo que ejercí durante doce años al frente de la Comunidad de Madrid.
El jueves pasado oí por televisión los ataques que recibía Ayuso en la Asamblea de Madrid. Allí, la portavoz de Sumar, una mujer descabalada, no dejó de insultar a su adversaria convertida en enemiga a muerte. Sin medida ni clemencia, arremetió contra Ayuso como si ésta hubiera cometido un crimen de lesa humanidad, con el único apoyo de hechos no comprobados que atañen a su novio y no a ella.
En verdad, lo que están haciendo contra esta mujer no tiene nombre. El ataque se sostiene sobre una investigación de la Agencia Tributaria. Conviene recordar que investigaciones como esa hay cada año millones y la mayor parte de ellas acaban con la Agencia perdiendo el contencioso ante los tribunales. Recordemos a este propósito el final del ataque de la Agencia contra Xabi Alonso, el futbolista y hoy entrenador, que acabó como el rosario de la aurora para la Agencia Tributaria. Y desde luego, no es el único caso.
Pues bien, el atacado se llama Alberto González y lo es por el delito de ser el novio de Díaz Ayuso. Por eso le ha caído a él y a ella la mundial. Ayuso no tiene pelos en la lengua a la hora de criticar a Sánchez, pero nunca le he oído algo ofensivo fuera de la política, mientras que Sánchez, en sus no respuestas ante el Congreso, ha insultado al padre, a la madre, al hermano y ahora al novio de Ayuso utilizando a veces otra boca que no para de darle patadas al diccionario. Boca que es propiedad de una sanchista andaluza apellidada Montero, ministra de Hacienda que usando datos de la Agencia Tributaria ha puesto de ladrón y de corrupto a Alberto González, saltándose el derecho a la privacidad que la ley protege y que en manos de la Justicia puede sacar a esta impresentable del ministerio al cual nunca debió llegar. Y eso puede pasar, porque Alberto González ha anunciado que se va a querellar contra Montero por vulnerar sus derechos.
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