Hace unos días la prensa informó de una mini revuelta de inmigrantes en el pueblo de Salt, en la provincia de Gerona. Antes de seguir, suministraré unos datos significativos de Salt. En 2022 el 15,9 por ciento de la población residente había nacido fuera de España (el 7,2 por ciento en África). En España, de los nacidos ese año el 27,5 por ciento tenían como madre a una mujer extranjera; en Cataluña ese porcentaje era del 39,4 por ciento y en Extremadura del 9,2 por ciento.
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Como se ve, nos encontramos con unos niños nacidos aquí pero de padres extranjeros, lo cual plantea serias dificultades para que esos pequeños encuentren fáciles los caminos hacia la integración social.
De los nacidos en Salt en 2021, el 74,9 % de sus madres había nacido en el extranjero (el 28,6 % en Marruecos).
Sólo con estos datos podemos asegurar que la integración social de esos chavales no va a ser fácil, en primer lugar a causa de la lengua. Oigamos a este propósito lo que ha escrito Najat El Hachmi:
«Tanto si aprende catalán como si no, a él le hablarán siempre en la lengua de Cervantes y puede llegar a la conclusión de que la de Espriu es una especie de código secreto que los autóctonos se guardan para sí y no comparten con nadie de fuera. Si tiene hijos descubrirá que la educación es en la «lengua propia» pero de nuevo cuando salgan del aula, aunque se sepan de pe a pa todas las combinaciones de pronoms febles, se encontrarán con que los catalanohablantes de nacimiento se les dirigirán en castellano, muy despacio y gritando, porque a pesar de que la inmersión hace décadas que existe, muchos de sus vecinos de ocho apellidos catalanes siguen sin tenerlo en cuenta y se sorprenden cada vez que algún chico más moreno les habla con perfecto acento de Girona. Lo mirarán como se mira una especie rara.
Y lo que resulta más grave:
«Otra cosa que supone un sinsentido es que los inmigrantes dedican todos sus esfuerzos a normalizar su situación administrativa, a acceder a la ciudadanía. La culminación de ese proceso es la adquisición de la nacionalidad española, que es un trámite administrativo pero también la asunción de una identidad compartida, un marco cultural, jurídico, legal. Lo que pasa en Cataluña es que a menudo el inmigrante recibe mensajes en contra de España, incluso se le llega a decir que los españoles son más racistas que los catalanes y que tiene que ser independentista. Pero ¿cómo vas a querer independizarte del país cuya nacionalidad quieres obtener?
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¿Qué quieren los nacionalistas catalanes: la independencia o echar de allí al Estado? Lo segundo, más bien.
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