No sé si Luis Rubiales seguirá al frente de la Federación española de fútbol, pero lo que sí sé es que si este señor dimite será un éxito del feminismo radical español, que se demostrará capaz de eliminar de la escena pública a quienes ellas quieran. Y no porque me agrade la actitud de Rubiales sino porque las nuevas feministas son capaces de destruir a quienes se les pongan por delante.

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Veamos. El pasado domingo, 20 de agosto, las futbolistas españolas ganaron nada menos que el campeonato del mundo. Pues bien, los días siguientes las feministas consiguieron que solo se hablara de una tontería, de un gesto habitual e inofensivo en relaciones de amistad y muy propio de los momentos de euforia. Hablamos de lo que suele denominarse un pico.

Los hechos son de sobra conocidos y en palabras del catedrático Francesc de Carreras[1], ese pico «es una manera muy común de saludarse entre amigos, a iniciativa del hombre o de la mujer, que no tiene connotación amorosa o sexual ninguna. Se acaba el partido de fútbol y se desata la euforia en el vestuario del equipo español: besos, abrazos, saltos, risas, gritos. Dentro de este alegre clima de camaradería y entusiasmo, el presidente de la Federación Española de Fútbol, al saludar efusivamente a todas las jugadoras, las felicita con un entrañable abrazo y, a una de ellas, Jennifer Hermoso, además le suelta un pico».

Según De Carreras, es una manera normal de saludarse entre amigos, que no tiene connotación sexual. Es un instante brevísimo en el cual se rozan los labios para demostrar que esa expresión de afecto quiere ir más allá del tradicional beso en la mejilla. Un pico no es un beso en la boca ni mucho menos un morreo. Se diría que no es un beso, es un roce amistoso.

Pero el movimiento neo feminista vio allí un gran filón para sus fines. Los términos sexismo y machismo empezaron a aparecer inmediatamente, el domingo por la tarde ya se publicaron artículos en algunos diarios y, naturalmente, la ministra Montero acusó a Rubiales de haber ejercido violencia sexual. Al día siguiente la vicepresidenta del Gobierno Yolanda Díaz pidió su dimisión. Tània Verge, consejera de Igualdad y Feminismos de la Generalitat de Cataluña, sostiene que el hecho debe enmarcarse dentro del ámbito de la «cultura de la violencia».

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¿Hasta dónde vamos a llegar? ¿Hasta meternos en chirona a quienes detestamos este neo feminismo supremacista? ¿En verdad son estas censoras las que van a mandar en España?

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