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En menos de un mes han sucedido tres acontecimientos que han puesto a Donald Trump a la puerta de la victoria en la presidenciales de noviembre: 1. Debate del tartamudeo de Biden. 23 de junio. 2. Atentado fallido contra Trump. 13 de julio. 3. Convención republicana. 19 de julio. Cuando esto escribo Trump ya ha sido aclamado como nunca en la convención republicana celebrada en Milwaukee (Wisconsin). Lejos de allí, en la costa de Delaware (donde Biden reposa con su covid), la candidatura demócrata se tambalea en la cuerda floja. Según un asesor del actual presidente, éste está ya reflexionando acerca de su posible retirada. Por otro lado, notables líderes del partido demócrata le vienen indicando que abandone ya la carrera. Ejemplos: Adam Schift (candidato al Senado) y Nancy Pelosi (ex presidenta de la Cámara de Representantes), y también los máximos líderes del partido en el Capitolio, Hakeen Jeffries y Chuck Schumer, ambos de Nueva York. También Obama ha señalado amablemente a Biden la puerta de salida.
Según la media de encuestas de Real Clear Politics, Trump ganaría ampliamente si las elecciones fueran hoy. Podría alcanzar 330 votos del colegio electoral, muy por encima de los 270 necesarios. Estos son los números que los demócratas están mostrando a Biden para hacerle reflexionar durante su aislamiento en Delaware.
Imaginemos que Biden abandona. Lo más probable es que le sustituya su vicepresidenta Kamala Harris, pero Harris tiene hoy en las encuestas un índice de aprobación por debajo del 38 %.
Pues bien, pongámonos en lo peor e imaginemos que Trump vuelve al lado oeste de la Casa Blanca. Lo primero que hará -eso parece- es abandonar de facto la OTAN y ponerse a dialogar con Putin. Antes que esa barbaridad ocurra, los países europeos -incluido el Reino Unido- se tendrán que sentar con Zelenski y acabar cuanto antes la guerra en Ucrania pues con Trump al mando esa guerra puede acabar con Putin subido en un nuevo caballo de Atila con bombas atómicas sobre el lomo.
Tengo para mí que Putin no ha sido ni es capaz de ganar la guerra, pero tampoco la va a perder. Por lo tanto, la UE y la OTAN deben sentarse por un lado con Zelenski y por otro con China para ofrecer a Putin un acuerdo a cambio de un alto el fuego inmediato. El objetivo europeo debería se detener la guerra antes de que Trump gane las elecciones y se ponga del lado de Putin.
Y es que Trump tiene en la cabeza todo lo previsible e imprevisible. Todo menos convicción democrática alguna.
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