La Junta de Castilla y León se ha esforzado este año en su afán por 'trabajar' el sentimiento de pertenencia autonómica que es evidente que no existe.Ha descentralizado la celebración del Día de Castilla y León programando actos en todas las provincias para ver ... si con eso del fiesteo -llámese música, vinos y tapas- la gente se aprende la fecha y le coge cariño a lo suyo. No nos sabremos la historia de Villalar y los comuneros, pero la mayoría de los jóvenes que se echan al río durante el Lunes de Aguas tampoco conocen el significado de la celebración y, sin embargo, no se la saltan ni con amenaza de Dana.La realidad es que no tenemos ese sentimiento autonómico. Seguro que a todos nos ha pasado que cuando viajas por el extranjero y conoces a otros grupos de españoles, nos preguntamos que de dónde somos. Algunos responden que son gallegos, otros de Cataluña y nosotros siempre decimos que venimos de Salamanca. Yo creo que ni se nos pasa por la cabeza decir que somos de Castilla y León, y muchísimo menos si el que nos preguntara la procedencia no fuera español.Entre los motivos de este desapego supongo que tendrá que ver el hecho de no hablar una lengua propia que nos una.Sospecho que también juega en contra el pique interprovincial. En todas las comunidades hay una 'capital' especialmente desarrollada, pero puede que en Castilla y León el reparto sea más desigual: que el centralismo de Valladolid escueza demasiado en las Zamora, Salamanca, León... O puede que no sea así y lo estemos exagerando, pero el malestar existe.Existe la alternativa del País Leonés, pero a estas alturas suena a frikada. Sé perfectamente que hay un fundamento histórico detrás mucho más sólido, incluso, que el concepto de Castilla y León, pero siento que es agua sobre aceite. Eso no cala. Recientemente leí una encuesta sobre los sentimientos de pertenencia -por provincias- a Castilla y León o al País Leonés y por los resultados publicados deduzco que los encuestados debieron preguntar en numerosas ocasiones aquello de «¿País, qué?».Me pregunto cómo nos verán desde otras zonas de España.Quiero creer que predomina la imagen de una tierra que, por upuesto, tiene un patrimonio artístico abrumador, pero que también es moderna. En el caso de Salamanca me alineo por completo con el proyecto de una 'ciudad del talento'. Que sí, que según los últimos datos la mayoría de los contratos que se firman son de camarero, pero que también se da a conocer por los investigadores, el láser, los fármacos, las universidades...El caso es que sí ha habido una ocasión más o menos reciente en la que me he sentido orgulloso de vivir en Castilla y León. Fue durante la pandemia de la covid, cuando se aplicaron restricciones de movilidad geográfica y estaba prohibido salir de tu comunidad autónoma salvo por motivos justificados.Los meses iban pasando y después de bastante tiempo 'encerrados', primero en casa, luego en tu municipio y después en tu provincia, apetecía mucho coger el coche y pasar el fin de semana en otro lugar. Lo necesitábamos.En aquellos meses visité castillos, asadores, viñedos, montañas, hotelazos... Me di cuenta de la cantidad de atractivos que hay en la Comunidad y la sensación que me quedaba era de que podría pasarme varios meses más en ese plan y no terminaría de descubrir destinos. Es enorme. Para desgracia de sistema sanitario.En esas mismas fechas veía en los informativos noticias de que los madrileños habían colapsado no sé qué parque, llenaban las terrazas aunque hiciera frío y que se saltaban las restricciones para invadir pueblos como Pedraza o Sepúlveda. En aquellos meses lo pensé: «¡Qué suerte tenemos y qué poco lo valoramos!».

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