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Salamanca se moviliza mañana para no perder más trenes. La «Plataforma Tren Rápido» llama a concentrarse en la Plaza Mayor. Más allá del medio de transporte o de la infraestructura concreta, la de este domingo es además una manifestación contra otra señal del abandono que sufrimos desde hace muchos años. Y es más indignante en el contexto en el que nos encontramos. El fugado Puigdemont, como ya ha quedado demostrado, puede pedir la luna y se le dará. Le borrarán sus delitos, pagaremos su corrupción, le transferirán todas las competencias que pida y el Estado se hará más débil en Cataluña, a cambio de un chantaje que no tendrá fin. Y en otros territorios como el nuestro, con los mismos derechos y sin ningún antecedente penal, nos tenemos que partir la cara para conseguir más trenes, mejores infraestructuras o más inversiones.

Soy de los que se tiraron muchos años viniendo a Salamanca por una nacional desde más allá de Ávila. Y no soy tan mayor. Y a día de hoy, llevo décadas pagando el peaje de la AP-6. Las comunicaciones por autobús son mejores aunque caras dependiendo del día. Y todo esto penaliza a estudiantes, trabajadores, empresas o turistas, a la hora de venir a disfrutar o a invertir en nuestra provincia.

El mal no es nuevo, por eso hay que exigir soluciones distintas. El abandono lo han practicado en mayor o menor medida, los sucesivos gobiernos. Y hay tres culpables fundamentales. El primero son las prioridades electorales, territoriales y hasta personales del presidente de turno. El segundo es el poder de decisión que tienen, casi siempre, los nacionalistas e independentistas en el Congreso. Y el tercero es la maldita disciplina de voto a la que se somete a los diputados que alcanzan representación por esta y por todas las circunscripciones.

Del primero hay multitud de ejemplos. El AVE a Sevilla, seguramente no sería el más prioritario, pero Felipe González se lo llevó a su tierra con la Expo Universal, para hacer de su ciudad uno de los centros neurálgicos del 92. Del segundo hay para escribir un libro. Desde los más llamativos hasta los más insignificantes. Como, por ejemplo, que a Rajoy le sacara el PNV, la noche antes de aprobar sus últimos presupuestos, un millón y medio de euros para arreglar la barandilla de la Playa de la Concha. Por cierto, que nueve días después, los nacionalistas, apoyaron la moción de censura para cargarse al presidente. Y del tercero vemos ejemplos todos los días en el Parlamento. Los diputados votan lo que marca su partido, independientemente de lo que suponga ese voto para su territorio. Algo que no ocurre en otros sistemas electorales en el mundo. Por eso es necesario protestar. Alzar el grito contra la falta de inversiones. Aunque solo sea para impulsar un medio de transporte, porque en el fondo se trata de no seguir subiéndonos al tren del abandono.

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lagacetadesalamanca El tren del abandono