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Ya siento escribirle sobre esto, hoy después de la resaca de la lotería y antes de brindar con los suyos en Nochebuena. Habrá que estar atentos al discurso del Rey, aunque las valoraciones políticas ya las conocemos. Aplaudirán los mismos y criticarán los de siempre, que además ahora coinciden con los que deciden la gobernabilidad de España y adaptan las leyes para no rendir cuentas de sus delitos.
Lo siento, pero no puedo dejar pasar el estreno en una plataforma del polémico documental «No me llame Ternera», que tanto revuelo levantó en el Festival de San Sebastián. Me importa una mierda lo que opine este terrorista de política, de la independencia o de su vida en el campo. Me he visto la entrevista para intentar ver qué tiene en la cabeza un asesino que tira su vida, destrozando otras sin compasión. ¿Sentirá algún sentimiento?, ¿se mata al que se señala sin saber ni quién es?, ¿sabe cuántas víctimas tiene a sus espaldas o ha perdido la cuenta? ¿piensa en si tiene hijos o familia antes de poner la bomba? ¿sería capaz de matar a uno de los suyos si la banda terrorista se lo ordenara? Si busca algo de esto en la cinta olvídese. Ternera se pone una americana y una camisa para decir que «él es como una persona cualquiera» y que las veces que ha usado la pistola ha sido «para defenderse». A partir de ahí cuando Jordi Évole le pregunta por las masacres de la banda el terrorista, disfrazado de chaqueta lo dibuja todo como lo inevitable. Cuando le sacan Hipercor, la culpa fue de quien no desalojó, lo de Ortega Lara fue de prisiones y lo de Miguel Ángel Blanco del gobierno que no cedió. Ni siquiera con el asesinato de su amiga Yoyes tiene un ápice de compasión, porque lo había ordenado la banda. Así que no se imagine un cerebro con media neurona o una mínima chispa de masa pensante. Ternera ha sido un ente que ha ordenado y ejecutado todo por pertenecer a una banda, sin tener que enterarse de más. Cuando le preguntan que porqué lo hacían en nombre del pueblo vasco, cuando ni siquiera sus votos alcanzaban la mayoría, tampoco sabe que contestar. A Ternera le caben sus escasas ideas en el cañón de una pistola y su patética personalidad se ha construido en base a apretar el gatillo. Esa es su frialdad. Y lo más llamativo es que se atreve a criticar al yihadismo, como si lo suyo hubiera sido distinto. De hecho, ayer el partido de Otegi, jaleó la salida de la cárcel de Gorka Loran y Cari Arruarte. Los dos terroristas que intentaron cometer una matanza en el tren Irún-Madrid en la Navidad de 2003, a su llegada a Chamartín. Así que si ve el documental no espere ninguna respuesta, porque sólo va a encontrar a un mísero cobarde, nada más. Y ahora que sabemos que no le gusta el «alias» hay que llamarle Ternera.
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