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La constante crispación política y las permanentes divisiones entre los grandes partidos, se han convertido en un problema sistémico y a la vez muy grave para nuestro país. El interminable clima electoral condiciona y atenaza el funcionamiento de las instituciones y marca el paso de muchas de las decisiones que afectan a los ciudadanos.
Este enfrentamiento se hace especialmente serio cuando afecta a cuestiones clave como la Sanidad o la Educación. Llevamos meses en un punto en el que lo que diga el gobierno es rechazado por la mayoría de regiones gobernadas por el PP. Y al revés, lo que proponen las Comunidades es visto con mala cara por el ejecutivo central.
En los últimos días hemos asistido a dos ejemplos palmarios de esta situación. Por un lado, la ministra Pilar Alegría, ha puesto sobre la mesa el necesario debate de la regulación de los teléfonos móviles en los centros educativos. Y por otro Feijóo ha propuesto una EBAU única en las regiones gobernadas por el PP. El primero ha contado con la ausencia de las comunidades populares, para no regalarle la foto a la ministra y para no desviar el foco de la amnistía de Puigdemont y sus compinches. El otro, el debate de la selectividad, ya ha sido descalificado por el gobierno antes incluso, de sentarse a una silla para valorarlo.
Personalmente creo que las pruebas de acceso a la Universidad deberían tener una parte troncal única para toda España. Es verdad, que luego muchas asignaturas contienen adaptaciones al mapa, con cuestiones específicas de cada región. Pero en el caso de la lengua, las matemáticas, la física o la geografía, por ejemplo, hay suficiente material común como para hacer un examen igual. De esta forma se evitaría, por ejemplo, que muchos alumnos salmantinos que quieren estudiar medicina, se tengan que marchar. Aquí, en Castilla y León, la selectividad es más difícil que la de Canarias. Y por lo tanto, a un estudiante de las islas le costará menos venir a nuestra ciudad, mientras que al de Salamanca, León o Zamora, le supondrá más esfuerzo entrar en un centro de nuestra región.
Es muy llamativo que las comunidades con mejor valoración en el informe Pisa, tengan menos sobresalientes en la EBAU, que otras que están por debajo en ese ranking. O que los alumnos de Andalucía saquen el triple de sobresalientes que los gallegos. Y también resulta chocante, que los asturianos tengan las notas más altas en el examen de lengua, y sin embargo, sea de las regiones más bajas en comprensión lectora según el informe.
Por eso, la EBAU o al menos una parte, tendría que ser la misma en toda España. Fragmentar las oportunidades de ese forma, supone jugar con el futuro de mucha gente joven que aspira a poder estudiar lo que le gusta. Y eso debería depender únicamente de su formación y de su esfuerzo, nunca del capricho de un gobierno o de una región.
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