Manuel Muiños, presidente Nacional de Proyecto Hombre, se despachó a gusto ante los políticos de toda sigla que acudieron a la cita en el Congreso de los Diputados. En el orden del día de la comisión mixta para el estudio de los problemas de adicciones, su comparecencia no fue precisamente para complacer los oídos de sus señorías.
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Les invito a buscar en la web el Diario de Sesiones de las Cortes Generales del pasado 13 de junio para que ustedes mismos se arañen la conciencia con una realidad a la que tantas veces se invisibiliza o, lo que es peor, se acepta como un problemilla más de los tiempos raros que vivimos. Les aseguro que la sinceridad y la viva voz de Manuel Muiños traspasó la transcripción que ha quedado registrada en el papel.
En su exposición, un grito sin grito ante la cruda realidad de la salud mental y las adicciones, y una demanda urgente de ayuda a los grupos políticos allí representados: «¡Por favor, no nos conviertan ustedes en empresas sociales de bajo coste! Apostar por Proyecto Hombre o por todas las entidades del tercer sector no es un gasto, sino una inversión. […] Necesitamos medios y remedios para seguir adelante. No se trata solo de recursos económicos, sino también de planes estratégicos y compromisos personales y sociales».
Una intervención absolutamente conmovedora que los portavoces de Sumar, PSOE, Vox y PP aplaudieron con ganas, antes de plantear sus preguntas al invitado. ¿Qué tendríamos que hacer desde nuestro trabajo parlamentario?, ¿cómo redactar la Ley?, ¿cuáles son las necesidades más urgentes?, vinieron a querer saber todos. Sorprende el buen tono y respeto político que, por lo que leo, se dan en estas comisiones parlamentarias. Hasta el propio Muiños les confesó que era «una gozada» poder estar allí, con ellos. ¡No me extraña! El espectáculo de las sesiones ordinarias del Congreso de los Diputados que nos llega a través de los medios es terriblemente devastador. Una jauría de perros rabiosos dando dentelladas a diestro y siniestro y con el juicio enloquecido por el servilismo a las siglas.
Reunidos luego en sala chica y ante los expertos en las diferentes materias, ya no se atreven a ladrar ni menear el rabo. De ahí que la pregunta de los portavoces a Muiños fuera unánime: ¿Qué hacer en el tema de la legislación del problema de las adiciones? «La respuesta la tienen ustedes en la propia pregunta. Sean diligentes… porque siempre les pilla todo con retraso», les contestó. Más vale que no echen la conseja en el olvido. La perseverancia de Muiños no conoce tregua y, además, antes de despedirse, les avisó. Por si acaso.
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