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Leonor de Borbón no es una princesita de cuento que viva en una torre de marfil vestida de tul, sino una joven de su tiempo a la que su condición obligará a grandísimas responsabilidades. Mañana martes, como Heredera de la Corona, en el hemiciclo del Congreso, ante diputados y senadores, la princesa de Asturias jurará la Constitución y se convertirá en la auténtica protagonista de un 'día histórico', aunque haya a quienes este dato les arrugue el gesto. A determinadas señorías les cuesta creer que hay vida más allá de ellos, y todo lo que se llame Casa Real les da repelús.

Aunque en ocasiones tengan que hacer como que no y tender en el rendibú la mano; solo eso, la mano, que no es cosa de tener que saludar a los 'preparados' (con ironía y retintín, así los llaman) rodilla en suelo o doblando el espinazo. La jerigonza del actual decir político es cada vez más chusca y despreciable, pero estoy convencida de que de esto ya es consciente la Princesa. Solo ha hecho falta verla en los actos institucionales de las últimas semanas y ese mirar de frente -seguro, sincero, comprometido, azul e irresistible- que se ha hecho un rayo de luz en este horizonte patrio tan sombrío y hostil.

Leo en algún medio (ABC, sábado 28 de octubre) lo que han filtrado algunas fuentes socialistas sobre el discurso que mañana pronunciará Francina Armengol, presidenta del Congreso de los Diputados, antes de solicitar a la princesa que preste juramento. Leo que Armengol quiere poner distancia con aquel otro discurso del socialista Peces-Barba cuando en 1986 solicitó a Felipe VI, por entonces Príncipe de Asturias, acatar la Carta Magna.

Según Francina hoy «ya no es necesario dignificar las instituciones democráticas porque ya están perfectamente dignificadas». ¡Ay, doña Francina, su señoría, por favor, no nos haga sentir más idiotas! Nunca como hoy, las instituciones habían tenido un comportamiento tan inmoral y vejatorio para los ciudadanos. ¡De cuántas desvergüenzas va a estar mañana el hemiciclo lleno! No, no espere usted que la Princesa esté triste como la de los versos de Rubén Darío. Las pantomimas y las máscaras, mejor, resérvenlas para algunos de ustedes. Saben bien cómo poner boquita de fresa y echar a volar golondrinas en campaña electoral. Saben bien cómo disfrazar de democracia lo que atenta contra la democracia. Y, además, saben bien, muy requetebién, cómo herbajear praderas tal si fueran apacibles ovejitas para después, tras los recuentos y chanchullos de votos, ¡zas!, abrir 'a rompe y rasga' la boca y dar la dentellada a la estabilidad de España. ¡Menos lobos y larga vida a la princesa!

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lagacetadesalamanca Larga vida a la princesa