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Antes de entrar en la porqueriza, permítanme contextualizar. En 1945, George Orwell, escritor británico afín al socialismo democrático, escribió «Rebelión en la granja»: una obra en la que los animales de una granja deciden echar al granjero y autogobernarse, poniendo al frente a Snowball y a Napoléon, nombre de los dos cerdos que asumieron el papel de líderes. Pero no tardaría la pareja de puercos en discrepar, y, Napoleón, desquiciado por la ambición y el poder, acaba echando los perros a Snowball para obligarle a huir y quedarse él solito dirigiendo el rancho. Una novela, llena de sátira y mordacidad, con la que Orwell quiso narrar la corrupción y el autoritarismo a los que el régimen de Stalin condujo el socialismo. Una historia de ficción que bien podría escribirse hoy en día sobre la deriva suicida en la que se ve inmerso el PSOE al mando del líder Pedro Sánchez.
Aunque hace tiempo que se viene aventando el hedor de las pocilgas parlamentarias socialistas, nunca como hasta ahora había olido tanto a cerdo. Igual da que los «ex» del socialismo hayan hecho frente a la tiranía del jefe, intentando disuadirle y poner a salvo lo más constitucional y democrático que hubo en la rosa de sus siglas. Igual da lo que grite el socialismo cabal al que pudo volver a camelar con sus mentiras. Porque Pedro Sánchez, como Napoleón, el puerco de Orwell, ha decidido que en el PSOE el que hace y deshace los tratos es él, y, llegado el caso de insumisión, nada como escarmentar a las chinches y matar las moscas cojoneras. Con estupor hemos escuchado el derroche de improperios que se ha vertido sobre los discrepantes con las doctrinas sanchistas: «viejos chochos», «dinosaurios provectos», «socialistas seniles» y otras palabrejas que no tienen más fin que despreciar y deshonrar a quienes tanto le debemos los que pertenecemos a aquella juventud de la Transición, donde todo estaba por hacer. ¡Qué fácil nos lo pusieron! ¡Cuánto horizonte, sin estigma, por delante!
Pero aquel sueño de España que comenzó a ensombrecer peligrosamente Zapatero, hoy con Sánchez se está haciendo el fatídico derrumbe de lo poco que queda en el Estado de estabilidad política y social; el padrinazgo más reprobable a los depredadores de la Constitución; el redoble patibulario de un cortejo separatista que gruñe, como puercos, pidiendo amnistía, charca, montanera y cátedra parlamentaria a la misma España que detesta. ¡Oinc, oinc! -dicen hoy lunes los cerdos. A partir de mañana, los intérpretes del Congreso de los Diputados tendrán que traducir al catalán, euskera y gallego los rezongos de los gorrinos.
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