Ayer me llamó la atención una noticia en este nuestro periódico. Escrita (y bien) por Belén Hernández, comentaba que los «riders», los que te llevan la comida a casa cuando el pijama o sofá se apodera de ti, han pactado con el Ayuntamiento retirarse de la iglesia de San Martín y se les va a habilitar un espacio en la calle Juan del Rey. Vamos, literalmente, a la vuelta de la esquina.

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Parece que el motivo de moverlos de sitio es que ha habido vecinos que han protestado, que no quedaba bien eso de tener todos los patinetes al lado de la Plaza Mayor, que mejor esconderlos un poco.

Y mira, a mí no me parece mal que se les haya habilitado un espacio para ellos cerquita, pero ¿de verdad que molestaban tanto ahí?

Últimamente estamos de un sensible que no hay quien nos tosa oiga. Seguro que uno de los que ha protestado en algún momento de máxima pereza ha tirado de sus servicios. Y entonces sí, entonces lo que querrá es que su comida llegue lo más rápido y caliente posible. Y, si no es así, pues vuelta a protestar, que eso se nos da de miedo.

Me pongo en la piel del Ayuntamiento y entiendo que tengan que hacer caso de las protestas de los vecinos. Para eso están ¿no? Para escucharnos y tratar de hacer nuestra vida mejor, me refiero al Ayuntamiento, claro, no a los vecinos.

Pero creo que se está creando un precedente peligroso. No el que más protesta tiene necesariamente que tener razón. Cuando éramos pequeños y teníamos alguna pataleta, los buenos padres, lo que tenían que hacer es poner límites, no dejarse manipular por los niños ¿verdad? Pues ahora debería ser igual. Que nos escuchen, pero que valoren si tenemos razón, o no.

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¿Te imaginas que ahora nos volvemos todos locos y decidimos que la Plaza Mayor hay que pintarla de rosa (tengo un amigo que con eso sería feliz)?

Pues ahí, por mucho que chillemos y pataleemos, el Ayuntamiento debería plantarse y mandarnos a picar bolitas (expresión peruana que me gusta mucho).

Pero bueno, todos tranquilos y todos contentos. Los «riders» tienen su punto para poder dejar sus patinetes, bicis y demás. Y han conseguido entrar en zonas peatonales en horas de carga y descarga (al fin y al cabo reparten ¿no?). Y los protestones… Pues han conseguido alejar lo que a ellos les molesta del sitio donde a ellos les incomoda. Bien está lo que bien acaba.

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