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«Sin noticias de Gurb» es uno de mis libros preferidos. Si no te lo has leído, te lo recomiendo sin ningún tipo de duda.
El libro trata (tranqui, que no te voy a desvelar nada) de un extraterrestre que se estrella en Barcelona y se va quedando de piedra con todo lo que va viendo.
Imagina que Gurb volviera mañana y tuviéramos que explicarle todo el sarao que tenemos ahora liado.
Gurb podría preguntar «¿Qué es eso de la democracia?». Pues mira… los ciudadanos podemos votar a quien queremos que nos gobierne. «Ah, y el que tenga más votos gana». Pues mira, no.
«Oye ¿Y eso de hacer campaña?». Es fácil, cada candidato cuenta lo que va a hacer si llega a gobernar para que podamos que decidir si lo elegimos. «Vale, y si sale luego se dedica a cumplirlo». Pues mira, tampoco.
«Pero a ver, ¿no hay ninguna forma para obligarles a que cumplan lo que dijeron?». Las próximas elecciones. «Y ya no les votan más…». Les siguen votando. «¿Pero no tenéis leyes?». Sí, pero ahora las hacen los que las han incumplido. «Pues no lo entiendo». Pues yo tampoco.
Me imagino a Gurb y a mí, sentados en un banco de la plaza de Anaya, mirándonos los dos con una mezcla de incredulidad y pena. Porque esto es lo que hay.
Y Gurb podría seguir preguntando, y yo tendría que seguir bajando la mirada de pura vergüenza ajena.
«¿Qué cargo tiene Begoña en el Gobierno para que España se pelee con Argentina? ¿Por qué hablan de fango los que acusaron a la mujer de Feijóo (por ejemplo) de llevarse dinero de la Xunta? ¿Qué esperaban que hiciera Milei después de que el Gobierno lo acusara de tráfico de órganos y consumo de drogas? ¿Por qué el país tuvo que esperar cinco días a que Sánchez tapara los temas judiciales de su mujer?»
Para, para, Gurb, que yo ya no sé dónde meterme.
Ayer el Congreso aprobó la ley de amnistía. Lo que nos dijeron que nunca iban a hacer. Nos lo dijeron de todas las formas, todos los portavoces, en todas las tribunas. Pues ayer la aprobaron. Y se aplaudieron. Y se jactaron de ello.
Se jactaron de mentir a todos los españoles, a todos eh, porque a todos nos dijeron que no lo iban a hacer.
Otra cosa es que hay uno al que parece que le han grapado la sonrisa en la cara, pero fíjate, qué cosa más curiosa, que justo ese ahora no está en España. De momento, porque en nada ya volverá con los honores de haber sometido y humillado a este Gobierno de España.
Gurb, repara la nave, que yo me voy contigo.
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