Ayer estaba hablando con una amiga y me dijo, entre bromas (espero) que estaba pensando en vender las deposiciones de sus gatos para que la gente se vengara de los que le caían mal. Ella lo veía como un negocio redondo.

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Poco después bajé a mi perro Quique a que él hiciera sus cosas (ya me entiendes). Fuimos al mismo parque donde solemos ir tres veces al día, a la Plaza de Julián Sánchez el Charro. Y ahí, para mi desgracia (y asco) comprobé que el negocio de mi amiga no tendría sentido, al menos no cerca de ese parque. Ahí había regalitos de can de todos los tamaños y diferentes tonos de marrón. ¿Quién va a pagar lo que le puede salir gratis? De verdad que no lo entiendo, tu perro suelta sus excesos, sacas tu bolsa, recoges, lo tiras en la papelera. Sencillo ¿no? Pues no debe de serlo porque hay muchos guarros (o guarras) que se pasan este proceso por el arco del triunfo y prefieren dejar el pino de firulais para el disfrute (ironía) del que vengan después.

En la absurda batalla que a veces se monta entre los padres de niños y los dueños de perros, entiendo, al ver cómo dejan algunos el parque de los de cuatro patas, que los primeros digan que eso no es sano. No lo es, tienen razón.

Y mira que todos los días me suelo juntar con los mismos dueños de perros, todos los días comentamos lo guarra que es la gente que no recoge con la bolsa, todos los días estoy atento a ver si veo a alguien que se hace el despistado para no agachar el lomo con la mano enfundada en la bolsa… Pues nada, no sé quién es, quién deja eso, quién es el cerdo (el dueño, el perro no, claro). Empiezo a pensar que existe una raza de perros invisibles que llegan de madrugada al parque y se dedican a aliviarse. Aunque… si el perro es invisible lo que sueltan… En fin, que me lío.

No hace mucho leí que ahora mismo en Salamanca ya hay más perros que niños, y me parece estupendo que haya un montón de espacios, de pipicanes, donde podemos soltar a los perros para que jueguen, corran y, vale, sí, hagan sus asuntos. Ojo que no estoy diciendo que quiten parques de niños ni zonas para que los mayores hagan ejercicio eh, hay sitio para todos. Pero, si no somos capaces los mayordomos de perros (dueños no, que somos los que recogemos los asuntos) de mantener esos espacios limpios, estamos dando la razón a los que dicen que esas zonas son un foco de porquería. Ay, si la mierda valiera dinero…

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