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Últimamente tenemos que ir con pies de plomo, con mucho cuidado, toreando suave con la izquierda no vaya a ser que el toro nos pille. Digamos lo que digamos, hay alguien detrás de la esquina dispuesto a enfadarse, ofenderse y atacarte.

Antes todo era más sencillo. Tú podías estar hablando con unos amigos en un bar (que aquí somos muy de bares) y podías soltar alguna perla que no fuera del agrado de todos y no sentara a todos bien. Oye, pues hacías enfadar a los que tenías cerca y listo. Y ya se les pasaría, o no, pero ahí quedaba la cosa.

Ahora, si pones algo en redes sociales, te expones a que todo el que tenga conexión a internet pueda leerte. Tú piensas que hablas de una persona que nunca se va a enterar, que no hay conexión posible. Ja, ingenuo. Una amiga y yo acabamos de estar comentando que, al final, internet es como un pequeño pueblo, todos nos conocemos.

Y es verdad que en eso las redes sociales son una maravilla. Yo he contactado con gente que merece mucho la pena, con profesionales como la copa de un pino (una asistente muy rockera, una loca de las maratones, un demonio de Tasmania, un gestor/actor, una transcreadora, una ex cegata, una friki de los subrayadores, una camper girl, una golfista que dirige el tráfico, una casa torcida, una dama de Alhama …).

Pero verás, creo que hay algo muy importante que se nos está olvidando. Estate atento que te lo digo, así entre tú y yo, que ya hay confianza. Yo soy culpable de lo que yo he dicho (o escrito), no de lo que tú has entendido o querido entender.

Hablo de todos esos predispuestos a lanzar veneno, al cabreo, a la pataleta, que están buscando la excusa para lanzarse a matar. Hablo de malas interpretaciones, de retorcer las palabras, de buscar los cinco pies al gato.

¿Sabes? Yo ya estoy curado de espanto. Llevo ya más de 25 años escribiendo en medios y ya me han dicho, y me han llamado de todo. La piel de muchos se ha ido haciendo más fina, la mía se ha ido haciendo más gruesa. Ya tengo la piel curtida.

Yo opino, lo hago en mi columna, lo hago en mis redes, lo hago en mi casa (aunque sólo me escuche mi perro), lo hago en la calle, en los bares… Son las cosas que pienso, y, apesar de ello, las digo.

Es una pena que cada vez haya menos gente que se atreva a expresar lo que piensa por miedo a las pieles finas, al veneno que le puedan lanzar y a esas malas y torticeras interpretaciones.

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lagacetadesalamanca Mala interpretación