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Solemos decir que había cuatro gatos cuando queremos decir que había poca gente. Es más, cuando decimos que había cuatro gatos, estamos diciendo que había pocas personas, y encima que eran poco importantes. Imagina que un día entras en un restaurantes y ves al fondo a Rafa Nadal con Taylor Swift (curiosa pareja, eh), entonces no, entonces no se te ocurriría decir que había cuatro gatos.

No eran cuatro gatos los diputados que escucharon el otro día a Juan Carlos Unzué defender la ley ELA, eran cinco, pero es lo mismo. Exactamente igual.

No ha trascendido quiénes eran estos cinco diputados, no se sabe de qué partido eran, ni los motivos por los que ellos sí que estaban en el sitio adecuado en el momento correcto. Puede que ellos tengan algún tipo de relación con la ELA, o que, simplemente, tengan algo de empatía, de sensibilidad o, incluso, de voluntad de servicio al cargo que ejercen, y por el que les pagamos.

A los que han ido, mis respetos, pero quiero fijarme en aquellos que no, la aplastante mayoría. 345 de los 350 diputados que hemos puesto en el Congreso debían tener «algo mejor que hacer» (como dijo el propio Unzúe) que acudir a escuchar a los afectados por esta terrible enfermedad. Me encantaría saber qué narices (y lo voy a dejar en narices, pero no es la palabra que siento ahora) era más importante que estar escuchando, apoyando y atendiendo las reivindicaciones de este grupo de enfermos que representan a más de 4.000 españoles que realmente necesitan ayudada y cuidados para su vida diaria. Qué más les gustaría a ellos que ser autosuficientes y no necesitar ayuda alguna.

Se les debería caer la cara de vergüenza, deberían ir todos y cada de los grupos políticos a pedir disculpas a las personas que, con gran esfuerzo, se personaron en el Congreso para tratar de hacerse escuchar.

Y sí, es verdad que el Gobierno no ha tramitado esta ley porque claro, también es verdad que el sillón de Sánchez (y tantos otros) no depende de ella, pero es igual de cierto que no ha habido presión alguna por parte de los demás partidos para que, al final, la ley ELA salga adelante.

Sinceramente, con cosas como esta son con las que yo, poco a poco, voy perdiendo la fe en nuestra clase política. Y tengo la seguridad de que no soy el único. Deberían reflexionar un poco sobre el tema, vamos, digo yo.

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