Resulta curioso como los recuerdos pintan el pasado de una manera más agradable de como los vivimos en su momento, siempre y cuando no lo fueran. La mente trata de liberarnos de aquello que nos ha hecho o nos hace sufrir. Pura supervivencia. «Black is black» es el título de una canción del grupo musical Los Bravos que se convirtió en un éxito rotundo en España, en Europa y hasta en el mismísimo Reino Unido. Escucharla me retrotrae a aquellas navidades de actuaciones en blanco y negro, de los especiales de Nochebuena y Nochevieja, vistos en la enorme televisión Sylvania que presidía el salón de la pequeña casa familiar llena de muebles funcionales y de pufes de skai.
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Se entrecruzan esos recuerdos con otros como la visita ineludible a Luisa, dueña de la pollería del otro lado de la calle, o a Paco, propietario de la ferretería del barrio, para reservar el pavo relleno o para comprar los enchufes con que conectar las luces del árbol.
No es necesario hacer el gesto de poner la mano por encima de las cejas como tratando de ver más allá, para atisbar las fiestas que ya están aquí, como aquel que dice. Claro, que ahora es el Black Friday el que marca su arranque. Arranque comercial, claro está. Como en otras tantas cuestiones de la vida diaria, seguimos sufriendo la invasión americana; y la de Internet. La cuestión es saber a quién o a qué tipo de negocios beneficia esta campaña global. Por lo que dicen los expertos, es a las grandes plataformas distribuidoras de múltiples productos de diversas marcas.
El comercio de cercanía no encuentra resultados acordes. Las razones parecen obvias: se trabaja con márgenes cortos que permiten unas ganancias exiguas, perdidas, en buena medida, al tener que sumarse a esta corriente general; el tipo de productos que buscan los clientes, principalmente tecnológicos y moda, donde puede haber descuentos de relevancia por renovación estacional o similares; y, finalmente, los adelantos de compras navideñas, también más o menos dirigidos a productos concretos.
El comercio local sufre de más, aunque la gran campaña llene las calles comerciales, como la calle Zamora, por ejemplo, que han tenido una enorme afluencia de potenciales compradores en los días del Black Friday. Esperemos que se cumplan las previsiones de AESCO y que se mantengan, al menos, los resultados del pasado año.
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Desde la asociación, se ha generado apoyo con acciones como la web donde los comercios pueden obtener mayor visibilidad. Nada parece resultar suficiente para luchar contra los gigantes. Así que habrá que seguir recordando la existencia de profesionales que nos ayudan, nos guían, nos recomiendan y nos asesoran, en las tiendas, dicho vulgarmente, como la de Luisa y la de Paco. Vecinos a los que ayudamos con nuestras compras, generando de ese modo economía local: un modo de proteger nuestro ecosistema charro.
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