La importancia de la macrorregión

Compiten los océanos en la actualidad, y con ellos estrechos y canales, por liderar las rutas comerciales. El crecimiento sin precedentes del transporte marítimo de mercancías tiende a situar, si no lo ha hecho ya, el Pacífico por encima del Atlántico, en una especie de cambio de las perspectivas de aquel mapamundi, grabado en nuestras mentes desde el colegio, nacido en la Europa que lideró el conocimiento durante siglos.

No es nueva la relevancia de las rutas comerciales del Pacífico, así llamado por Magallanes durante la primera circunnavegación del planeta acompañado por Elcano. Fue España la que ideó el tornaviaje, una línea de navegación estable entre Manila y Acapulco para transportar metales preciosos mexicanos y peruanos (ida) y mercancías valiosas (vuelta). Ahora, promovido por China, se ha inaugurado en Chancay (a 75 km al norte de Lima) hace dos meses un puerto gigantesco para los buques mercantes procedentes principalmente de Shanghái.

El océano Atlántico, no obstante, no ha perdido su interés estratégico. La costa atlántica europea, que posibilitó la conversión de Europa y algunos de sus Estados en potencias mundiales, especialmente por obra de los grandes marinos y exploradores españoles y portugueses, mantiene un elevado valor como puerta de Europa, en la entrada y salida de productos, así como para la influencia cultural y la promoción de la actividad empresarial.

La ampliación de la Unión Europea hacia el este y el Brexit podrían desplazar el histórico peso de las regiones atlánticas del continente europeo hacia las del interior. En todo caso, las nuevas rutas marítimas propiciadas por la globalización y el protagonismo industrial y comercial de otros continentes aconsejan que la fachada atlántica, conformada por España, Portugal y Francia, también por Irlanda, aunque con su carácter insular, recupere la atención sobre sus puertos y el Corredor, so pena de perder en este ámbito la importancia que objetivamente merece.

Los Consejos Económicos y Sociales (CES) de las Comunidades atlánticas españolas, entre las que se hallan Castilla y León y Extremadura, junto con Andalucía, Canarias, Galicia y el País Vasco (Asturias y Cantabria no cuentan con un CES en funcionamiento), decidieron colaborar para impulsar la articulación de políticas públicas e iniciativas privadas basadas en las características socioeconómicas compartidas.

La colaboración se amplió enseguida, con acierto, a los Consejos Económicos, Sociales y Medioambientales Regionales (CESER) franceses de Nueva Aquitania, Países del Loira, Bretaña, Normandía y Centro-Valle del Loira, a los que se sumó el Fórum Océano (Asociación de la Economía del Mar) de Portugal, pues en este país no hay una estructura semejante autonómica o regional. Surgió con ello la Red Transnacional Atlántica (RTA), que ha cumplido veinte años. Su actividad ha crecido en intensidad, vinculada claramente a la reivindicación de la construcción y puesta en funcionamiento del Corredor Atlántico, uno de los grandes corredores de transporte que vertebra la Unión Europea.

La RTA se ha ido convirtiendo en un lobby que actúa ante la Comisión y el Parlamento Europeo y los Gobiernos de España, Francia y Portugal. Ha conseguido con su actividad, en este sentido, que el Corredor Atlántico se haya situado en un lugar destacado del debate político y ciudadano. Nadie duda del extraordinario interés económico y social de esta imprescindible vía para el transporte de la Unión Europea, en la que la posición que ocupa Castilla y León es estratégica. El informe de la RTA sobre el Corredor Atlántico aprobado en el año 2021, del que tuve el honor de ser uno de los dos ponentes, propone, además, la urgente reapertura de la Ruta de la Plata y de la línea directa Burgos-Madrid, así como la necesaria mejora de las infraestructuras de transporte del eje del Duero y, en concreto, de la provincia de Soria, que por su ubicación ocupa una posición esencial en el enlace con la conexión entre corredores del Ebro.

El excelente ambiente de colaboración alcanzado por la buena relación existente entre los CES y los CESER permite que la metodología seguida se traslade a otras propuestas básicas para las comunidades y regiones atlánticas de la Unión Europea. La cumbre de la RTA celebrada en Salamanca los días 30 y 31 de enero ha contribuido a reforzar esta organización con la adopción de acuerdos y la ampliación de las líneas de trabajo conjunto. Se ha aprobado un informe-propuesta que respalda y fundamenta la creación de una macrorregión atlántica, como espacio de políticas integradas para el crecimiento y el bienestar, así como para relanzar su influencia en las decisiones relativas a la financiación de las políticas públicas y las iniciativas público-privadas en esta área.

En este documento se han identificado numerosos ámbitos que se pueden beneficiar de la cooperación real en el seno de la macrorregión, como las infraestructuras, el transporte y la logística, los sistemas de salud, la industria, la agricultura, la ganadería y la pesca, el agua, las energías renovables, el medioambiente, la cultura, las tradiciones, el turismo y la educación, amén de la formación profesional, las universidades y la investigación (ciencia, tecnología e innovación) y, por ello, de la actividad empresarial y el empleo.

Es una satisfacción que Salamanca y su Universidad hayan albergado, a iniciativa del CES de Castilla y León, esta productiva reunión. No puedo por menos que agradecer al Comité Ejecutivo de la RTA, encabezado por Patrick Caré (presidente del CESER de Bretaña), su decisión de elegir nuestra ciudad para aprobar este nuevo informe-propuesta, que se remitirá en los próximos días a las instituciones europeas, entre ellas al Comité Económico y Social Europeo. Asimismo, se ha acordado la elaboración del siguiente informe-propuesta, en esta ocasión sobre el reto demográfico, la longevidad, las migraciones y la gestión del talento en las regiones atlánticas